TW
0

La huelga general ha tenido una repercusión moderada, en cambio la protesta ha sido contundente. Muchos de los que cuentan con trabajo han permanecido en sus puestos y después han acudido a las manifestaciones. El profundo malestar se centra en la forma en que los trabajadores padecen las consecuencias más duras de las medidas que la administración toma para superar la crisis. Ayer, en Maó, se vivió la mayor protesta de todas las huelgas generales que se han convocado desde la instauración de la democracia. Los responsables políticos deben tomar nota, sobre todo porque en unos días se presentará el proyecto de presupuestos del Estado que va a incluir nuevas medidas de austeridad. No puede afirmarse que la protesta de ayer no va a tener consecuencias. No servirá para revisar la reforma laboral puesto que el Gobierno está convencido de que va a ser útil para crear empleo y para ayudar a conservar el que existe. Sin embargo, la expresión del malestar y la preocupación que ayer llenaron las calles de todo el país exigen que la administración no cruce las líneas rojas, el mínimo que garantiza una vida digna de los ciudadanos. Eso le obliga a buscar alternativas que no carguen la mayor parte del peso de la crisis en las espaldas de las personas que más sufren sus efectos.