Ellos, los que abaratan los despidos y los favorecen, los que estrechan la mano a los banqueros y les piden favores mientras con la otra aprietan y ahogan a sus clientes y votantes; ellos, que cambian el discurso según se pierdan o ganen unas elecciones, que dicen una cosa si aspiran al poder y la contraria si ya lo tienen, esos, que son capaces de contradecirse sin contrariarse, de solemnizar opiniones fugaces, de acusar a otros de errores propios y de propiciar los ajenos, de esperarlos, avivarlos y alentarlos para después alegrarse y alargar sus manos hasta el trono y el látigo; ellos, que esperan siempre su oportunidad agazapados tras la desgracia colectiva, que buscan su heroísmo en la catástrofe, que aprovechan la crisis para aplicar su ideología medida tras medida, lamentándose puertas afuera, relamiéndose puertas adentro, esos, que cargan de furia las porras de nuestra policía y les dan rienda suelta por si alguien se queja demasiado y otros le siguen; ellos, que recortan siempre por abajo, a ras de suelo, mientras amplían sus vistas hacia el infinito de su avaricia y tontería.
Un salmón en Leteo
Violencia estructural
14/03/12 0:00
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