Escucho a John Fogerty (Creedence Clearwater Revival) interpretar magníficamente una versión de un "country- blues" tradicional ("She put a spell on me" - "Me hechizó") y entiendo que hay hechizos que condicionan no sólo a las personas sino también a los pueblos.
Parece ser que la sociedad española de estas últimas décadas ha sido efectivamente afectada por un hechizo que algunos creen se ha transformado ya en dolencia crónica. Se trata del mal de la "tontería supina" denominada en términos profesionales como "la fiebre tontuna".
Sí, hace ya varios años que España sufre una dolencia de "tontería supina". Es un padecimiento generalizado en algunos sectores que ya ha sido debidamente detectada y diagnosticada convenientemente a la luz de la ciencia. Este trastorno ha conseguido consolidar su presencia permanente en el cuadro sanitario nacional a fuerza de ser expandida a través de colaboraciones inesperadas de los más diversos colectivos sociales.
Resulta muy peligrosa por sus efectos sobre el estado emocional de los pacientes que asisten, indefensos, a sus efectos devastadores. Y lo más grave es que todavía no se atisba un antídoto que la pueda combatir de forma conveniente.
Se trata de una fiebre que ataca sin piedad a todos los ciudadanos indocumentados, ¿la práctica totalidad?, que, indefensos y expuestos a esa "tontuna" generalizada, son infectados sin posibilidad de vacuna o cura previa.
El peligro ha llegado a tal extremo que algunos ciudadanos (los más concienciados) han propuesto incluso manifestaciones para defenderse de sus ataques expansivos. Fuentes bien informadas aseguran que las preparaciones de esta incipiente defensa están ya muy avanzadas al haberse aprobado (en las respectivas asambleas sectoriales) el lema a recitar machaconamente en estas futuras marchas: "Se nota, se siente, la tontuna está presente".
Un magnífico slogan que se augura pueda ayudar a paliar los efectos de esta enfermedad sin duda propia de una sociedad agilipollada.
Para combatirla convenientemente se estudia también (incluso con pasión) su génesis.
Algunos defienden que todo comenzó cuando aquel recio castellano aseguraba que hablaba catalán en su intimidad. Otros datan su origen de cuando el más fotogénico del clan sevillano que cocinó aquella tortilla histórica "Suresnes style", hoy edecán del hombre más rico del mundo, custodió, guió y acompañó a sus empleados hasta la prisión de Guadalajara para que penaran las penas que él, generosamente, les prestó de buena gana.
Hay otras facciones sociales que creen haber detectado la eclosión de esta plaga cuando se repartió el famoso "café para todos". Otros, más informados, defienden que la fiebre se expandió cuando los periféricos "conocieron" bíblicamente a los incautos e inocentes centristas centralistas que, vírgenes y presos de complejos, se dejaron "foradar" por pensamientos disolventes.
Sí, hay varias versiones sobre el origen de esa polémica "fiebre tontuna". Pero todas ellas asumen que el "Ghota" de la "tontuna nacional" se alcanzó con dos actuaciones espectaculares de los más "tontunos". Jerárquicamente la segunda en importancia fue la aprobación en el Congreso de los Diputados de traductores para gentes que se entienden perfectamente hablando la misma lengua común. La aprobación de esa magnífica prueba de tontuna fue sin duda un punto de inflexión en la enfermedad que nos aqueja. Pero el cénit se consiguió ("hem fet el cim") cuando se propuso el cambio de la utilización del género gramatical en España. A partir de ese momento lo fetén fue poder diferenciar perfectamente los sexos de las sexas, es decir, se consiguió discriminar al personal masculinizando y feminizándolo al diferenciar a los delincuentes y delincuentas, tocinos y tocinas, bobos y bobas, pollos y pollas, tontos y tontas, etc. Ese debió de ser uno de esos momentos históricos apetecibles de ser vividos para, en la vejez, poder uno afirmar orgulloso y con lágrimas en los "ocos": yo estuve allí. Un mérito en el curriculum de toda persona, sin duda.
En Menorca esta fiebre ha hecho auténticos estragos. Los estudiaremos en un próximo parte médico.
Notas
- Formé parte de la Comisión política del último Congreso Nacional de UPyD. Allí defendí los topónimos bilingües para las ciudades que los quisieran. Ahora veo que el diputado nacional, el amigo, Martínez Gorriarán (UPyD) va a defender una Propuesta No de Ley en este sentido. Me enorgullezco y me alegro mucho. ¿Lo apoyará el PP? No tendrá más remedio si son coherentes. ¿Se adelantará finalmente el Congreso al Parlament Balear?
- Los ataques del PP y el PSOE a UPyD demuestran la pupa que les hace la gran Rosa Díez.
- ¡Qué guapa está la alcaldesa de Mahón!. Se acerca la primavera. "Good morning sunshine".
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