TW
0

Ventura Caro y Maza de Lezama (1742-1809), valenciano, era el tercer hijo de José Caro y Roza, Marqués de la Romana. Quiso la historia, que él, junto a su hermano mayor, Pedro, que había heredado el título de su padre, participaran en la expedición contra Argel del teniente general de origen irlandés Alejandro O´Reilly en 1775, donde Ventura resultó herido. En esta expedición su hermano, que detentaba el rango de mariscal de campo, tuvo menos suerte: murió con la cabeza cercenada por la gumia de un argelino, y a quien O´Reilly, a la vuelta a España, culpó de la espantosa derrota que 30.000 camelleros al galope infligieron a sus tropas, empeñado como estuvo el irlandés en atacar en orden cerrado, a la prusiana. Esta inculpación levantó gran revuelo en instancias políticas y militares, y llovieron contra el comandante de la expedición toda clase de libelos entre ellos este: "O´Reilly, pata galana (era cojo)/ ¿embistieron los moros a la prusiana?"

Desde ese momento, a Ventura Caro y desde las más altas instancias del Poder, le ofrecieron toda clase de oportunidades para lavar la ofensa a su hermano. Protegido del conde de Floridablanca, ministro de Estado (después que Grimaldi cayera por lo de Argel), ascendió pronto a sucesivos grados y se le dio la coronelía del Regimiento de Dragones de Pavía, de guarnición en Alicante.

Precisamente en la ciudad levantina le cogió la expedición del duque de Crillón a Menorca y el 18 de septiembre de 1781 se embarcó desde allí al mando de tres escuadrones de dragones desmontados del Regimiento de Almansa, para reforzar el sitio de San Felipe, después de haber pedido reiteradamente a su protector, Floridablanca, que le incluyera en la expedición. A partir de ahí Caro sería mencionado continuamente en las Gacetas y no por casualidad en un doble sentido: por su privanza y por su carácter emprendedor.

Durante el sitio de San Felipe, mandó con distinción la izquierda de la paralela y actuó como parlamentario el día de la rendición junto al duque de Crillon. Posteriormente quedó algún tiempo de guarnición en la isla a la partida de las tropas. Luego se le envió al sitio de Gibraltar. nuevamente con Crillon, donde se le colocaba siempre en sitios donde pudiera lucirse. Ya en Mahón había mandado también las compañías de granaderos que desalojaron a los británicos de la Mola cuando estos intentaron una salida por aquel sector para destruir la batería que allí se construía. También levantó cerca de "Es Pouet" lo que se denominaría "el fuerte de Caro", cuyas ruinas hemos descubierto hace poco y del que hablaremos en un próximo artículo.

En 1782 ascendió a brigadier y se le distinguió con la encomienda de Piedrabuena de Calatra­va.
De todas estas atenciones, más políticas que militares se quejaba el marqués de Avilés. Desde Gibraltar en una carta a su amigo Chacón dice:
"Sangro y Caro mandan con 4.000 hombres cada uno los puestos avanzados. A mi me quitaron los dragones para dárselos a Caro.
(...) Sangro y Caro son preferidos en todo y en especial el segundo que tiene entrada franca y a todas horas en el cuarto del General."
¡Aaaay las envidias! Con todo alguna razón tenía Avilés –que no pasó de brigadier- sobre la privanza de Caro. En cuanto al tal Sangro, se trataba de Pablo Sangro, príncipe de Castelfranco, un italiano de los que Carlos III se trajo de Nápoles, por lo tanto del "Entorno Real" junto con el austriaco marqués Waling, que también fue enviado a Menorca primero y después a Gibraltar para que se "luciera" con los otros. Este era un "conocido" de la Princesa de Asturias, María Luisa de Parma, que ya empezaba a hacer de las suyas, incluso antes de conocer –ya como reina- a Manuel Godoy y Álvarez de Faria. La princesa, con todo, se ocupó de que su favorito formara parte del Estado Mayor del duque, que es tanto como decir que estaba a retaguardia, a cubierto, no fuera que alguna bomba británica le arrebatara el fusil.

Al año siguiente, en la promoción de la paz de Versalles, Caro fue ascendido a mariscal de campo y a teniente general en 1789, en la de la exaltación al trono de Carlos IV. Con posterioridad fue nombrado Capitán General de Galicia.
En 1793-95 participó como jefe del ejército de Navarra en la Guerra contra la Convención, cargo del que dimitió por no estar de acuerdo con las órdenes de Madrid. De él dice Godoy en una carta:
"Caro sirve al Rey de España, monarca el más benigno de la tierra; pues si se hubiese hallado con otro rey, tal vez su cabeza no existiría".

Y es que en los tiempos de la Monarquía Absoluta no se podía dimitir por disenso. Hacer dejación de empleo por razones políticas se consideraba delito de lesa majestad. Por eso los que lo intentaban siempre alegaban "motivos de salud".

En 1800 y a la muerte de Luis de las Casas (otro general que estuvo en Mahón) le sustituyó como Capitán General de Valencia y Murcia y en la promoción de la paz de Amiens en 1802 fue ascendido a capitán general efectivo.

En 1808 y detentando aun la Capitanía de Valencia, obligó a retirarse a las tropas napoleónicas del mariscal Moncey. El favorito de dos reyes, el depositario de la honra de su hermano, representó su mejor papel en este teatro de la vida que es la comedia humana al final de su vida. Murió al año siguiente de su hazaña, en 1809, a la -para entonces- provecta edad de 69 años.

En la capital valencia­na existe actualmente una calle que lleva su nombre: la Avenida de Caro. Puede que mucha gente pase por allí hoy día y se pregunte quién sería este señor.

La desmemoria histórica.