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Y algunos todavía se sorprenden. La decadencia de la condición humana ha quedado patente una vez más en la espantada del capitán Cretino cuando, tras liarla parda hundiendo el 'Costa Concordia', optó por largarse del lugar abandonando el barco el primero y probablemente rozando el récord mundial. Sé que agarrarse los machos y actuar como lo hace, por ejemplo, el capitán del Titanic en la película, no es lo que se lleva hoy en día por eso de que el orgullo y el honor son dos valores actualmente de capa caída, pero de ahí a salir corriendo con el rabo entre las piernas hay un trecho.

Es esta una lección más de que los valores se están perdiendo. Una de las leyendas urbanas más emocionantes que cuentan los historiadores sobre el Titanic es la que gira en torno a la banda de música que optó por seguir tocando mientras el invencible buque se iba a pique y que exageran hasta el dramatismo y en exceso en el filme de James Cameron. Creo que en el buque de la empresa Costa Cruceros los de la banda, menos preocupados por el hecho de quedar inmortalizados como sus homólogos del Titanic, optaron por poner un CD para que la música aliviara al personal mientras el agua seguía a lo suyo y enviaba a 'norris' tropecientos millones de, ahora, chatarra marina.

Pero el colmo se lo lleva el capitán. Hubo un tiempo en el que el ser humano acataba los errores con la misma entereza con la que los cometía. Este señor, por llamarle algo, ha demostrado que a día de hoy si la cagas lo único que te queda es salvar el culo porque en el fondo es lo que nos preocupa. La parafernalia marinera, aquella que casi obliga a un capitán a hundirse con su barco fruto del propio error, en una opción que roza el castigo, debería penalizar todavía más si cabe cuando el siniestro se da por un mero acto de irresponsabilidad. Por no hablar de la gran cantidad de aparatos eléctricos que habitan en el puente de mando y que casi te permiten llevar un bicho de tantas toneladas como el Costa Concordia a ciegas. Pero no ciego, que ese es otro tema que la justicia está investigando.

Pudo ser peor. La tragedia pudo darse en otras circunstancias con muchos más muertos, más desaparecidos y más heridos. Pero lo que preocupa es la actitud de una persona que tenía bajo su responsabilidad más de 4.000 vidas y que ante el error optó por escurrir el bulto, pasarle el marrón a otro y comportarse como el ser más cobarde del planeta.
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dgelabertpetrus@gmail.com