Se comprende que tras sus últimos y pésimos resultados electorales, el PSOE haga catarsis, se reorganice, se refunde o se flagele, pero no que desaparezca absolutamente de la vida política porque está engolfado en sus cosas y no está para nada. Hay años en que, en efecto, uno no está para nada, pero uno no es un partido, sino un particular sin otro compromiso social que el que su conciencia y su voluntad le dicten, en tanto que un partido político, que vive del Presupuesto por aglutinar y dar cauce y expresión a los ciudadanos que coinciden en ideología, proyecto o ganas de colocarse, no puede irse de ejercicios espirituales mientras el que gobierna, amparado por una mayoría absoluta que percibe como un cheque en blanco, hace lo que le da la gana.
Al margen
El ensimismamiento del PSOE
10/01/12 0:00
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