Un padre divorciado, en paro, en su casa con su hijo, sentados ambos en el suelo ante un único paquete envuelto, la mañana de reyes.
-Antes de abrir el regalo, déjame que te cuente una historia:
"Hace cuatro años nació Crisis: un monstruo sin cola e insaciable, que lo devora todo a su paso, solemne y persistente, y que nada lo detiene, pues le faltan escrúpulos, y no se le conoce conciencia , ni muestra noción alguna de justicia o equidad, tampoco piensa, en el sentido racional de la palabra. Parece que actúa a bote pronto y acelerado, brotando desde cualquier espacio y convirtiendo uno a uno cada resquicio por el que se ha colado, sin esfuerzo y sin verdadero aviso, en un amplio y yermo llano deshabitado de razón. Sobre este monstruo imparable, va montado el único jinete capaz de dominarlo, de sobrada experiencia y de nombre Codicia, es su madre y cabalga con él satisfaciéndose a rienda suelta y no le dirá "So! " , ni le desviará de su camino, no quiere que pare y le clava sus especulativas y punzantes espuelas al compás de una avaricia endémica y genética. Aunque parezca un monstruo desbocado, lo cierto es que tiene claro hacia dónde va, su rumbo fijo sigue a un norte dinámico, cambiante, que se tuerce y retuerce hasta enroscarse sobre sí mismo, en un espiral hacia su ombligo: agujero negro e infinito.
Codicia, madre y maestra , es en realidad un virus cuya vacuna es la misma que los propios síntomas que propaga: pobreza; es un virus incurable, es la enfermedad de los ricos sin cabeza que mata a los pobres decapitándolos. Codicia entra si lo hace el dinero e incrementa con él, íntimamente relacionados, no hay forma de materializar una cosa sin la otra: ¿quieres riqueza?, siembra codicia propia y recoge pobreza ajena, ésa es la fórmula, la única manera; ¿las semillas? son extremadamente caras, sólo disponibles para los bolsillos que ya pudieron comprarlas en su día.
La pobreza grita auxilio desde todas partes, pero nadie la atiende en ningún idioma y a su grito tan sólo acude en coro cada vez más poblado, un eco que lo reverbera inútilmente; a la pobreza nadie la socorre porque es la materia prima de la industria de los multimillonarios, su razón de ser, y por lo tanto es imposible que desaparezca por altruismo, sin que lo hagan ellos. Puede esconderse, eso sí, como se ha hecho durante décadas, tras una infinidad de eufemismos que trataron de disimularla, pero el hambre y la miseria no se acaba con sinónimos tranquilizadores ni sin ánimos de solución y aflora a la realidad marchitándola."
-¿Cómo sigue la historia papá?
-Abre el regalo.
El hijo, ya impaciente, con doble curiosidad quita al fin el envoltorio y comprueba sorprendido que es un iPad. No entiende cómo ha podido comprarlo, ni a qué venía la historia entonces, sonríe agradecido, incrédulo y todavía expectante y su padre le dice:
-El futuro es vuestro, eres tú el que has de provocar cómo continúa la historia.
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