Cuando las necesidades básicas aprietan, hay poco margen para la cultura. Ésta se convierte, por regla general, en la Cenicienta de los presupuestos públicos, y no iba a ser el Consell una excepción. Es difícil fijar prioridades y darse alegrías cuando todo el mundo piensa que su parcela particular es la más importante. Pero hay números irrebatibles y el reajuste se impone. Calculadora en mano, el pasado curso se destinaron 2.146 euros del erario público a costear las clases de arte dramático de cada alumno de la escuela de Ferreries, según las cuentas hechas públicas por la institución. Son alumnos que pagan su matrícula, igual que lo hacen los menorquines que estudian en universidades lejos de la Isla pero que, a diferencia de los primeros, reciben, si cumplen los requisitos, una media de 800 euros de beca. La cantidad no llega para pagar el coste de la matrícula en cualquier centro público, pero aligera el esfuerzo que realizan sus familias para darles una formación superior.
Vía libre
Poco y mal repartido
16/12/11 0:00
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