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Pues ni fin del mundo, ni millones de euros ni ná de ná, oiga. Mi 11 del 11 del '11 resultó como el 10 del 11 del '11 y, seguramente, como el 12 del 11 del '11, oseasé, una caca de la vaca falto de emociones fuertes. Y eso que cuando mi reloj marcaba las 11:11:11 cerré los ojos y me concentré muy fuerte para pedir un deseo, pero nada, quizás por concentrarme tanto se me aireó una idea por la puerta de atrás en formato pedo. Tanto bombo y tanta historia con lo del día mágico y resultó más soso que un 'pà amb oli' sin sal. Y no será por falta de ganas, ¿eh? Porque invertí un rato de mi día de ayer en observar al cielo a ver si veía algún asteroide apocalíptico que asomaba sin avisar y otro rato mirando al mar por si la gran ola gigante se presentaba, pero ni por esas. La verdad, amigo lector, es que fue una jornada apocalíptica algo descafeinada y si el 21 de diciembre del 2012 tiene que ser así, fecha señalada por los mayas para que todo esto se vaya al garete, yo no juego. Que conste que ya he avisado.

Ayer me podían pasar dos cosas harto distintas. O se bajaba el telón a la vida en este planeta o me tocaban 11 millones de euros, o once premios de un millón de euros o once millones de premios de un euro. Pero se ve que soy gafe y no pierdo ni cuando me toca perder. Y mira que le tenía puesta fe yo en este día. 'Si no me tocan el cuponazo a lo mejor encuentro el amor de mi vida'. Nanai. Se debió marchar con otro idiota, pero por si acaso no me despegué del móvil ni un momento.

El argumento de tan señalada fecha fue muy flojo, para qué engañarnos. Ni un triste avistamiento OVNI, y mucho menos una visita. En un razonamiento cargado de lógica pensé "a lo mejor el orgasmo neuronal llega a las 11:11:11 de la noche del 11 del 11 del '11". Que va. Frío, humedad y una luna parcialmente llena. Otro fiasco a la saca. Ya me había imaginado a mi mismo negociando un periodo de paz con unos extraterrestres que habían venido de mala leche a la Tierra por culpa de las turbulencias intergalácticas y de los archiconocidos atascos de la interestelar M-30.

Pero mira si fue triste mi día que pensé en twittear en mi Facebook, a ver si colapsaba los sistemas y provocaba un caos general, pero al final me dio pereza. Pero hay que ver lo frustrante que es despertarte convencido de que se acaba el mundo y al final ni un asteroide, ni apocalipsis, ni un marciano ni un euro ni ná de ná.
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dgelabertpetrus@gmail.com