A los 15 tenía a todas las muchachas locas. No había morena, rubia ni pelirroja que se me resistiera. Piropo arriba, piropo abajo, todas caían en mi tela de araña del amor. Era una versión imberbe de Casanova, un Julio Iglesias de verbena, un Brad Pitt en potencia. Todas, no había ni una que se escapase, me decían aquello que suele aterrorizar a los hombretones hechos y derechos. 'Te quiero'. Llegado a este punto, antes de resultar pedante, matizaré que en realidad me susurraban cruelmente 'no, si en realidad yo también te quiero, pero como amigo'. En ese campo, el de las calabazas, era el puñetero rey, nadie me ganaba. Todas estaban loquísimas por mí, pero como amigas, que en una interpretación rápida viene a decir 'mira chato, me caes muy bien, me haces reír pero como novia, mejor que te busques a otra porque o eres feo o eres gordo o además de feo y gordo te canta el aliento'. Las niñas, a los 15 ya no quieren ser princesas y son tan crueles que la malvada madrastra de la Cenicienta parece Mary Poppins, a su lado.
Asseguts a sa vorera
Te quiero como amigo
15/10/11 0:00
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