Retomemos una de las ideas más de moda en cuanto a energía se refiere, la eficiencia.
Efectivamente, es un hecho que en general somos muy descuidados y poco eficientes en el uso de la energía, es decir gastamos mucho pero obtenemos muy poco a cambio.
Los de mi generación hemos visto un ejemplo impecable con la llegada de las bombillas de bajo consumo. El nuevo ingenio nos deslumbró a todos, porque nos daban la misma luz que las antiguas pero consumían 10 veces menos electricidad. La diferencia era abismal, inundó los supermercados, era un producto estrella, pero pronto se vio que el anhelado uso masivo tardaría en llegar más de lo esperado. El motivo, que costaban unas 5 veces más que las bombillas incandescentes. Eran caras para el consumidor, a pesar de que el ahorro generado pagaba en menos de 6 meses la diferencia de la compra y de ahí en adelante todo era ahorro.
Uno de los gurús bioenergéticos en activo, Eddie Johanson, tuvo la paciencia de calcular cuanta energía desperdiciábamos en Europa durante los procesos de transformación y transporte de la misma. Como saben, la energía ni se crea ni se destruye tan sólo se transforma y, a base de transformarla y transportarla, hacemos que nos llegue de forma útil a casa. Cuando digo útil, me refiero a cualquiera de los tres formatos comunes; electricidad, calor o combustible para el transporte.
Las transformaciones no son perfectas y siempre generan energía que no puede ser usada y se pierde. Para que se hagan una idea, una central de ciclo combinado de gas natural estándar, tiene una eficiencia aproximada del 40%, es decir de cada 100 unidades de energía que entran solo 40 son transformadas en electricidad útil.
Lo mismo ocurre en el transporte, cuando la electricidad circula por cables hay perdidas de carga en forma de calor, cuando los pellets o el carbón son transportados se desmenuzan y desperdician, etc. Es decir, siempre se producen unas pérdidas que afectan a la eficiencia del proceso. Bien, pues Eddie calculó este dato para Europa y se asustó al ver que, con la energía que estamos perdiendo en transporte y transformación actualmente, podríamos calentar todo el continente 2 veces.
Como mencioné en un artículo pasado, la nevera de casa tiene que estar enchufada y alimentada con electricidad 8.760 horas al año. De lo contrario, corremos el enorme riesgo de entrar en descongelación y perder todas las ricas conservas preparadas por la abuela. Y esto que nos parece tan cotidiano, es un lujo de pocos. Pensemos que solo un 5% de los Norte Americanos más gastones, consumen el 30% de los recursos energéticos del mundo. Y que, si todos los habitantes de la Tierra consumiesen la energía que gasta un habitante promedio europeo al año, unos 4500 vatios, necesitaríamos multiplicar 2,5 veces la producción mundial.
Pero son pocas en el mundo, las familias que pueden permitirse este lujo. Existe cerca de 1500 millones de personas sin acceso a electricidad, algo como el 20% de la población mundial y otro tanto sin acceso a una electricidad constante y barata.
Uno dato curioso, paradójicamente en muchos países, por ejemplo España, el pico del consumo de energía eléctrica es en verano cuando los aires acondicionados funcionan. También me sorprendió, saber que mis colegas escandinavos que viven a -20ºC en invierno, gastan en calentar sus casas, de media, entre la mitad y la tercera parte que gasta un habitante que vive en el centro de la península, sencillamente por que tienen casas bien aisladas y calderas muy eficientes, normalmente de biomasa.
Le propongo un ejercicio. Anote en un papel los electrodomésticos que, recuerda hay en su casa y súmelos. Ahora levante, de un paseo y vaya tachando de la lista los que se encuentre y añada en otro color los que olvidó. Haga el recuento y evalúe dos cosas; primero cuantos tenía que no recordaba y segundo, cuales de los que tiene son realmente necesarios. Nos asombrará ver como nuestras casa en los últimos años se han "tecnificado" hasta el punto de que nos sobran electrodomésticos.
Estamos inmersos en una nueva era energética y el propósito es ser más eficientes en el uso energético y moderar el consumo. Todos podemos participar de forma individual en este movimiento. No esperemos muchas ayudas, si bien las hay tímidas, porque las grandes energéticas son las primeras que no se alegran con el ahorro. Es lógico venderían menos producto, y como ya sabemos mandan demasiado como para permitirlo. Y no piensen que esto significa volver a las cavernas, es mucho más sencillo, tan sólo debemos comprar electrodomésticos de alta eficiencia, retirar los que no utilicemos, sustituir todas las bombillas por unas de bajo consumo, acostumbrarnos a calentar la casa en invierno a 21º y ventilarla en verano, sustituir nuestra caldera por la más eficiente del mercado (por supuesto de biomasa), poner ventanas de madera con puente térmico y construir casas bien aisladas.
Gracias una vez más, que la bioenergía y el ahorro les acompañe.
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http://rhoodenergetico.blogspot.com/
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