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El problema del traslado de los enfermos menorquines a Palma está adquiriendo unas dimensiones dramáticas que requieren una urgente intervención de las administraciones públicas. El presidente del Govern, José Ramón Bauzá, reconocía el pasado domingo en la Isla que "es inaceptable que se juegue con la salud de los pacientes". Y no le faltaba razón. Desde el Ejecutivo balear ya se están buscando soluciones a través de la negociación directa con Air Nostrum, pero los tiempos deben acelerarse porque la desesperación empieza a hacer mella en muchas familias. Desde el mes de junio las agencias de viaje dejaron de adelantar los billetes de los pacientes debido a los impagos del IB-Salut, lo que ha provocado que, a la angustia de la enfermedad, se sume la quiebra económica de los afectados. Hoy son los padres y madres de los niños afectados por cáncer los que ponen sobre la mesa el rostro amargo del calvario por el que están pasando. Es de pura lógica que en tiempo de crisis y con las arcas públicas vacías se marquen unas prioridades. Está claro que estamos ante una de ellas. Cuando hablamos de salud, los plazos adquieren una importancia diferente a cualquier otro tema.