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Solo quedan cuatro días. El bipartidismo es de tal calibre que el debate que organizan ellos dos solo les interesa a ellos dos. "Esto en realidad es un teatro", me comentó al acabar uno que conoce bien el asunto, y no hacía referencia precisamente al lugar en el que se celebró el combate. Curioso fue que no hubiera ningún número uno del resto de los partidos, una especie de protesta y de "tengo cosas más interesantes que hacer". Entre los asistentes, los del PP se sentaron mayormente a la derecha y el centro, y los del PSOE a la izquierda, con excepciones en ambos casos. El debate no estuvo mal en cuanto a ritmo, se hizo llevadero y en ocasiones entretenido, lo que no impidió que algún integrante de una candidatura municipal echara una cabezadita o que varios, entre ellos un aspirante a alcalde, le dieran al iPhone o teléfono similar. La música de fondo acompañó el inicio de la primera intervención de Barceló. La intendencia electoral del PP tuvo que intervenir a las primeras de cambio porque Tadeo no entraba en el audio de la tele. En un sector socialista se escuchó un cierto "esclafit" socarrón cuando el candidato del PP pronunció una frase algo forzada pero que tampoco daba para partirse tanto de risa. Había ganas de aprovechar cualquier desliz del rival, un tic parlamentario erradicable.
Y solo quedan cuatro días.