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Andan en algunos foros eufóricos porque los franceses -esos sí que saben, dicen-, han declarado Bien de Interés Cultural Inmaterial las corridas de toros, cuando aquí llevamos años de debate sin aclarar nada, mezclando la defensa de los animales con política y nacionalismo. La decisión me decepciona, no esperaba que los vecinos galos se nos igualaran en esa concepción de la cultura que no comparto. Pero para mi alegría, la actualidad me aleja de la arena y la sangre para centrar la mirada en los islandeses, esas gentes venidas del frío de las que apenas se hablaba antes de que decidieran plantar cara a la dictadura de las finanzas. Y eso sí que es coger el toro por los cuernos. Despilfarraron, compraron, se hipotecaron, exactamente igual que aquí, animados por los créditos fáciles, y ahora se niegan a que la banca y el Estado -el mismo que nos tutela hasta en el número de piezas de fruta que hemos de comer al día pero no advirtió nada raro en esa bacanal de nuevos ricos-, salgan indemnes. Me admira que se planten, que no quieran pagar las deudas generadas por la mala gestión de entidades privadas que solo reparten pérdidas, nunca beneficios, y que lo hagan aún a riesgo de convertirse en los cerditos o 'PIGS' del norte ¿se acuerdan?, las simpáticas siglas que definen a las economías más débiles, entre ellas España.