Orfeón Mahonés 9.3.1958. La niña de bronce. Federico Erdozain junto a Juanita Tudurí, Mª del Pilar Escandell y Laura Pons - Foto Dolfo (archivo M. Caules)

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Las personas queridas, jamás mueren, siempre están ahí… presentes, entre los suyos, entre los que las trataron. No hay fiesta o reunión de amigos en que se remate la comida o cena con cuatro cantares, otro tanto de poemas, que no surja en Fede, en Fede, per aquí, en Fede per allà, ell deia açò o allò….

A Federico Erdozain, le conocí desde que tengo uso de razón, toda la vida. También a su madre n'Anna y a su tía, no sé si debe ser correcto decir tía. Margarita no lo parió, pero por él daba su vida. Aquellas dos mujeres conocidas per ses fornelleres, junto a mi querida vecina a la que yo llamaba la señora Pilar, formaban un trío, decir que eran corda i poal es poco, las tres amigas sabían de engaños, padecimientos y miserias. Tanto, que Pilar poco antes de la guerra partió rumbo a Barcelona alojándose y viviendo con ellas y como es lógico, con Fede, que no encontrando un puesto en Mahón como diría Gori, no trobava s'horma des seu peu, pensó en cruzar el canal con vistas a poder prosperar. Aquí, quienes ponían el pan, y poca cosa más en la mesa eran su madre y su segunda madre, a la que a partir de este momento llamaré tía. Ellas trabajaban de lo que fuese con tal de poder seguir adelante, curiosamente disponían de casa propia en la calle de San Sebastián, la cual vendieron para poder dar el gusto… a Fede, cambiando el escenario mahonés por el barcelonés. Años después en aquella casa vivió la familia Seoane, tan querida por todos.

No es extraño, que el chaval dedicase las horas muertas al Club de la calle de santa Ana, después cine Alcázar. Al Club como llamaban a la Academia de San Estanislao, acudía toda la vecindad. Fede que había nacido un año después que Gori, también de procedencia fornellera, de pequeños siempre iban juntos. Mi padre, como ya he contado tantísimas veces, vestía las ropas de su amigo Juanito Victory Manella, un año mayor que él y el tercero en lucirlas era Fede.

El hijo de Anna, desde pequeño, siempre fue debilucho, algo enclenque, entre sus juegos estaba recortar las revistas, donde se hallaban fotografías de soldados que luchaban en África y disfrazarse. Su madre exclamaba al vecindario aquest al·lot, me fa passar pena, fa coses de fieta. Pero nada tenía que temer la buena mujer, Fede era un bon mascle vaya que sí, le gustaban las chicas, pero de esto nada diré, Déu me n'alliberi.

Estoy convencida que fue su físico que lo llevó, a actuar en el escenario, mientras Gori, se dedicaba a la gimnasia, las paralelas, el trapecio i es joc mahonès. Pero siempre juntos. Infinidad de ocasiones les escuché comentar sus aventuras y desventuras, por aquel entonces, en Mahón se encontraban bastantes familias de Fornells, pero no todas eran amigas, incluso muchas apenas saludaban al pasar. Lógico, el pueblecito de Fornells, al ser tan pequeño, conociéndose tanto unos a otros, sabiendo de quin peu fallaven, una vez dejado el pueblo marinero intentaban olvidar miserias pasadas. Uno de los que daba la espalda a Fede y Gori, era Gumersindo Riera, hoy no le culpo, ni tampoco nada tengo que reprocharle, le perdoné el día en que me di a conocer y con un mirar altanero me contestó, que no conocía a ningun Gori. Déu l'hagi perdonat.

Fede, madre y tía, pasaron la guerra en Barcelona. Por una estrecha callejuela de Gràcia, que solía frecuentar el mecánico de la motora, que siendo uno más de los piratas del Mediterráneo, en calidad de motorista del Abel Matutes, les ayudaba cuanto podía con el suspirado aceite, azúcar, jabón de lavar, algo de queso. La tía, na Margarita solía bajar al muelle, por si tenía la suerte de poder localizarlo, pero esto era muy difícil ya que el velero zarpaba del puerto mahonés, dit i fet, para que nadie pudiera delatarlos.

De ahí, que siempre escuché, lo agradecidas que le estaban.

Finalizó la guerra y Fede que se había cansado de vestir de gris, no era lo seu, decidieron regresar. A principios de 1940, en nuestra ciudad, al igual que el resto de España, la situación era precaria pero la familia subsistiría, claro que sí, se instalaron en la plazoleta de San Roque, subiendo por Santa Teresa al girar a la izquierda sa quarta casa, una cambra propiedad de un forneller, curiosamente en ella siempre vivieron gentes oriundas de allí. Menos a finales de los cuarenta y principios de los cincuenta que fue habitada por un sargento de la guardia civil y la rueda continuó como antaño.

Los niños, que por las tardes a la salida de la escuela jugábamos pes carrer, lo veíamos subir la cuesta de la Miranda con su semblante tristón y su mirar apagado.

En invierno llevaba una gabardina la cual no me extrañaría que fuese su inspiradora musa al escribir la obra "El Fracaso del inspector Pink". Fede, al igual que el artista de Casa Blanca, llevaba el cuello del gabán levantado y su cigarrillo, dichosos cigarrillos, teñía sus dedos y eran causa de las disputas de las dos hermanas. Mientras la madre le reñía tras saber del informe del médico de Ca Hubet de Palma de Mallorca, donde decía que nada de tabaco… Fede, que tenia sa tia dins sa butxaca le iba a comprar algunos cigarrillos sueltos en la tienda de comestibles de casa Mando. Como quiera que la compra la hacían apuntando, Margarita recomendaba a Mando, o a Marieta su mujer, que pusiera… tres onces de sucre. Dios nos libre figuraran cigarrillos, Anna, su hermana l'hauria fotuda de cap a vall de la Miranda… digo yo.

Entre el archivo de Gori, figura la pagina número 6 de la Vanguardia Española del jueves 2 de febrero de 1961 , que se hizo eco del fallecimiento del poeta menorquín Federico Erdozain Pons, escrito con un gran sentimiento y con una pluma de dalt de tot, la del recordado don Fernando Jansá, ejemplo para el mundo periodístico. Lo tituló Una brillante personalidad de las letras de Menorca. Otro de mis tesoros, es el libro editado en Editorial Menorca en 1961, titulado Homenaje Póstumo de Poesías de Federico Erdozain Pons. Escrito por Andrés Casasnovas, recalcando los Romances del escritor, divididos en tres partes. Caballerescos, Moriscos y Amatorios. Nadie como el señor Casasnovas para dedicar las preciosas palabras al compositor. Gracias al ciudadelano, nuestro Fede iba subsistiendo. A Fede el trabajo o lo que los mortales entendemos como tal medio de producción, no le iba. Fede era bohemio, nostálgico, artista, escritor y su mundo se encontraba, o bien en un escenario o bien frente a su mesa de escribir. No se trataba de una mesa escritorio, más bien debió ser una antigua mesa de cocina que hacía la misma función. Sus mujeres, para que el joven no padeciera frío, la vistieron con un faldón a modo de mesa camilla, en donde colocaban un brasero que no era otra cosa que una vieja palangana. En invierno Margarita, su tía, debía ser de las primeras que Quicus Morro, el panadero de la calle de santa Teresa, despachaba el primer carbón encendido para que s'al·lot, quan s'aixequés no tingués fret.

No puedo despedirme, sin anotar algo que muchos de los que escriben actualmente ignoran. Andrés Casasnovas, fue uno de quienes más le apoyaron, monetariamente, y conduciendo al mundo intelectual, conduciéndolo a la escritura, dándole trabajo. La mayoría de escritos del señor Casasnovas, Fede era el encargado de pasar a máquina, una destartalada máquina de escribir que el propio director del diario le proporcionó.

A buen seguro, podría llenar algunos renglones más, pero prefiero publicar varias fotografías del vecino y amigo, despidiéndome con una estrofa de la poesía premiada en los juegos florales de Ciutadella el 9 de julio de 1958, titulado Com un vol de falcons: D'allò que eren relíquies venerades/ cendre queda només, cendra espargida. / I amb les baules de ferro als peus posades, xops ells ulls i la galta esmostaïda multitud de captius a bastonades / al vaixells otomans es conduïa…

Descansa en paz Fede, puedes tener por seguro, que jamás se te olvidó, ni jamás pasarás al olvido.