No salimos de la crisis ni aunque nos compren los chinos y, sin embargo, los Reyes Magos no fallan a la cita. En todas las ciudades y pueblos españoles pueden dar fe de su paso ayer. Quien todavía dude de su existencia es que no se entera.
Han venido como siempre con regalos adaptados a las circunstancias y atendiendo a lo que les pedimos por correspondencia. Así, el obsequio estrella para los bares serán las estufas de aire libre para que su clientela de fumadores no se pele de frío en las terrazas y ellos puedan salvar sus negocios, con la que está cayendo.
Los adictos a la nicotina están divididos. Unos piden parches de la ídem y otros han escrito en sus cartas que un mal rayo les parta a Trinidad Jiménez y Leire Pajín, las ministras culpables de que hayan caído en desgracia. Es muy poco probable que los mágicos vayan a satisfacerles en sus ansias asesinas.
Pero la Epifanía es una fiesta para los niños. Ellos sí que han sido felices no solamente hoy sino sobre todo durante el dulce tiempo de espera de sus sueños.
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