Como en muchas otras cosas, con los reductores de velocidad o pasos sobreelevados pagan justos por pecadores. Muchos conductores, y sobre todo lo que conducen para ganarse la vida, lamentan tener que sufrir con frecuencia los saltitos propios de este invento pensado para dar preferencia a los peatones y evitar las carreras por circuitos urbanos. Pero es que, dejando al margen si se ajustan o no a la legalidad, los reductores de velocidad responden a una actividad incívica reiterada por parte de un parte importante, muy importante, de los conductores. La función de estos pasos es asegurar que el del volante pise el freno ante la presencia de un paso de peatones y no dispare el indicador de velocidad cuando está dentro de una ciudad. Esto, señoras y señores, responde a una norma básica de civismo que los conductores, abusando de la superioridad que les concede ir armados con varios centenares de kilos de acero, se han pasado históricamente por el cambio de marchas. La protección del peatón se ha hecho con elevada contundencia porque no había otro remedio. Se lo han ganado a pulso.
El apunte
Saltitos de incivismo
27/12/10 0:00
También en Opinión
- El caso de un restaurante de Maó: «No podemos servir cenas porque no hemos encontrado personal»
- La frase más repetida esta temporada turística en Menorca: «Más gente, pero menos gasto»
- Un accidente con tres heridos obliga a cortar la carretera general durante dos horas
- Estas son las playas de Menorca que desaparecerán a finales de siglo
- Una colonia de cientos de aves altera la vida en la zona de Sa Farola
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Menorca - Es diari
De momento no hay comentarios.