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Que no se me alerte el personal. Puede que haya tenido algunos días 'ñoñas', tontorrones, flojos... Como quieras llamarlo, amigo lector. Puede que haya tratado de llenar este nuestro espacio, en algunos 'Asseguts a sa vorera', con palabras y palabros sin sentido. Pero como todo, en esta vida, se acaba. Nos guste o no. Han sido unos días complicados, de esos en los que sueles camuflar lo que sientes detrás de una sonrisa de plastilina que se amolda a la situación. Pero estos días naufragando en charcos de poca profundidad me he planteado que cuando no te gusta lo que te rodea o cuando crees que has fallado, que te has caído, tienes dos opciones: Resignarte, mala elección, o levantarte, aunque te duela, una y otra vez, para hacerte más fuerte. Y eso, créeme, es lo que más duele a tus enemigos.

La vida nunca ha sido un camino de rosas. Ni de tulipanes. Mis padres lo saben, al igual que todo hijo de vecino. Solemos encontrarnos con 'marrones' por costumbre, como quien no quiere la cosa. Malentendidos que suelen herirnos de algún modo que nos pueden hundir en la miseria, de aquel que se siente miserable, o condenarnos a llevar una carga que suele pesar más de la cuenta.

En estas andaba yo, algo perdido con más sombras que luces, aturdido sin saber bien porqué y sin idea de cómo arreglarlo. Esas típicas noches en las que estás cansado pero las sábanas son más ásperas de lo normal, o hace demasiado calor para dormirte tapado pero demasiado frío para hacerlo destapado. Habrá algún intelectual que lo llame 'crisis existencial'. Si son capaces de montárselo así...

"No importa lo fuerte que golpeas sino lo fuerte que pueden golpearte y lo aguantas mientras avanzas, hay que soportar sin dejar de avanzar. Así es como se gana. Si tú sabes lo que vales ve y consigue lo que te mereces pero tendrás que soportar los golpes y no puedes estar diciendo que no estás donde querías llegar por culpa de él, de él... Eso lo hacen los cobardes y tú no eres un cobarde".

Llegados a este punto y después de leer este valioso consejo que le da Rocky Balboa a su hijo, en la última entrega de la emotiva saga, creo que toda sensación negativa debe desaparecer. Puedo chocar contra la pared, pero me levantaré y volveré a intentarlo. ¿Que choco de nuevo? Me levantaré y volveré a intentarlo. Una y otra vez. Levantarme y volver a chocar de nuevo. El planteamiento es fácil. O se rompe la pared o me rompo yo. Una y otra vez. En fin... Una y otra vez.