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España continúa avanzando poco a poco, intentando alejarse de ese conservadurismo que siempre la ha caracterizado o, al menos, eso opinan algunos países europeos, que no dudan en sorprenderse cuando les llegan noticias acerca de nuestro fantástico sistema judicial, de las envidiables cifras de desempleo que poseemos o de esas sagradas y pacíficas tradiciones que no nos quitamos de encima ni a la de tres. Precisamente, esta semana estuve leyendo sobre la propuesta del Gobierno para reformar la Ley del Registro Civil, con el fin de que no haya primacía del apellido paterno en los hijos. Es una iniciativa de la que se lleva hablando años y que ya es algo normal en otras regiones de Europa, por lo que jamás pensé que se podría abrir un debate de tales dimensiones en tierras españolas.

Según una encuesta realizada a nivel nacional, más del 70 por ciento de los hombres no están de acuerdo en que el apellido de la madre vaya primero. "¡Es que entonces se pierden mis raíces!" dice uno. "Y qué quieres, ¿que se pierda el mío?" contesta su pareja, a lo que él responde: "No, para eso está ya tu hermano". Así va la cosa, y yo concluyo: Leer para creer.