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ETA lleva un año sin cometer atentados, tal que si fuera una tregua nunca presentada como tal por los encapuchados etarras. Ahora, después de ese año sin atentados, promulgan una nueva tregua aunque les ha salido muy descafeinada y, además, la proximidad con las elecciones municipales la hace especialmente sospechosa. En cualquier caso me parece oportuno hacer una reflexión: en este último año han sido apresados en Francia varios dirigentes del máximo nivel, dentro del organigrama etarra. Algunos de sus presos ya no se muestran tan callados ni tan sumisos a la hora de expresar su malestar. El comando que intentaba establecerse en Portugal, posiblemente huyendo de la presión francesa, fracasó. La sentencia de Estrasburgo que faculta a las democracias para defenderse de este tipo de situaciones, es muy clara. La presión policial ha obtenido reiterados éxitos en el apresamiento de etarras, el entorno social de la banda cada vez más desencantado. Todo ello supone un cúmulo desfavorable en la situación etarra cada vez más estancada, cada vez más lejos de alcanzar sus calenturientos y utópicos objetivos. Por si todo fuera poco, cualquiera del País Vasco que haga un mínimo análisis desde sus suspiros de auto determinación, separatismo o independencia, se dará cuenta como Cataluña avanza en esa o parecida línea de una manera inteligentemente democrática, sin necesidad de quebrar la convivencia de sus conciudadanos con bombas o tiros en la nuca. De todas maneras tengo para mí que no es una cuestión sencilla la de tener claro el motivo o la razón de esta nueva tregua de ETA.

Ni siquiera si se trata realmente de una tregua y menos aún saber en función de qué. Lo bueno sería que al menos sus intenciones fueran abrir un proceso real que le ponga fin a 50 años de atrocidades de todo tipo o por el contrario estamos simplemente ante una tregua como las anteriores, un mero mecanismo para recomponerse. En puridad, un paréntesis entre el último atentado y el próximo. Una tregua clonada de las otras treguas. Como la última vez que la dieron por terminada volando la T4 del aeropuerto de Barajas, con la muerte añadida de aquellos dos pobres inmigrantes sudamericanos que murieron sin llegar a pensar jamás que su viaje a una España pacífica en busca de trabajo, acabaría de una manera tan trágica, tan sin sentido, tan inútil. ETA, como les pasa a este tipo de gente, a las muertes no buscadas las considera muertes colaterales. Quizá, por un momento, a alguno de esos iluminados se le olvide que, a fin de cuentas, buscan causar terror social y que lo suyo no son otra cosa que asesinatos.

Nunca tuvo ETA una oportunidad mayor con ningún gobierno como la que tuvo con el primer gobierno Zapatero. Ni por eso ningún presidente de nuestra democracia habrá tenido un escarmiento más contundente que el que tuvo Zapatero al día siguiente de decir en un discurso lo que dijo al respecto del terrorismo etarra. Por eso no creo que ahora vaya este gobierno tan escaldado a caer en la misma estratagema por mucho que Mayor Oreja y los medios de difusión de siempre digan que el gobierno estaría negociando con ETA. A Mayor Oreja le pasa lo del soberbio aquel, que no se recupera nunca de un éxito, cuando ni siquiera fue él el único que desconfiaba de aquella tregua.

ETA, cuando voló la T4, volatizó cualquier tentación de credibilidad respecto a sus treguas futuras y menos ahora con el tufo de la cercanía con las elecciones municipales, donde aspira a seguir estando Batasuna, aferrándose a lo único que les queda.

Cincuenta años de extorsiones, coches bomba, tiros, 829 muertos y miles de heridos más otros destrozos, unidos a centenares de sus correligionarios volviéndose viejos en la cárceles, aun no les basta para darse cuenta que Euskal Herria no logrará nunca la independencia gracias a ETA y que el "juego" de ofrecer treguas para luego incumplirlas, les ha convertido en una organización sin ningún crédito fiable a la hora de pretender negociar nada. Y reitero que menos aún con un gobierno al que tan miserablemente engañaron.

En mi opinión, el gobierno debe seguir con su presión policial y en lo posible intensificarla al máximo. Un trabajo lento, muy lento pero a la presente el único que ha demostrado su eficacia. Toda vez que los otros aspectos explorados por González, Aznar y Zapatero, han sido reiteradamente inútiles.

La tregua actual por venir de quien viene, en lo único que hace pensar es que lleva un engaño debajo del brazo. Sería un riesgo extremo volver a caer en la tentación de negociar, un riesgo al que la ciudadanía se opone. Razón que debería ser suficiente para que al gobierno ni se le ocurra tantear esta nueva vía…bueno, nueva ya no porque aparte de las tres treguas más o menos habladas por ambas partes, ETA ha abandonado temporalmente sus atentados en 11 ocasiones.