Ya podemos dormir tranquilos. Unas 1.400 personalidades y altos cargos de la Unión Europea se han enterado de que Balears padece problemas de insularidad y de la importancia que tiene el turismo para nuestro archipiélago. Éstas son dos de las consecuencias positivas que, a juicio de Francesc Antich, ha tenido la presidencia española de la UE.
El president dio ayer por bueno un semestre en el que se han realizado diversos actos europeístas en las Islas (en la web del Govern se les ha escapado un cero y pone que han sido 200). Es más, creo que Antich se ha pasado de optimista al afirmar que la voz de Balears se ha escuchado con más fuerza durante estos meses. Tal vez tiene razón en cuanto a la intensidad de decibelios con la que se han reivindicado por enésima vez las ayudas previstas a las regiones transfronterizas. Pero yo planteo dos interrogantes. Primero, ¿por qué se ha tenido que esperar a 2010 para que se "entiendan" nuestros problemas y realidades? Y segundo, ¿de verdad que nos van a hacer caso precisamente ahora después de tantos años de predicar en el desierto?
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