Un año más nos encontramos en la cuenta atrás para dar entrada als caixers en la plaza del Borne. Lugar que siempre identificaré, con las fiestas más fiestas de todas las fiestas, según el decir de mi apreciado Bosco Marquès, al cual aprovecho para mandarle un abraç santjoaner.
Antes de sentarme, en una de aquellas sillas situada en primera fila, la misma que de buena mañana colocaba con mi tía Guida, con la cual llegadas las 5 de la tarde ocuparía para observar el ritual o baile de caballos, engalanados para tal ocasión, con sus crines recién peinadas, salpicados de flores de mil colores que desde semanas atrás, confeccionaron las manos habilidosas de ses madones, usando papel de seda.
Y cómo me asustaban, con su relinchar, mientras sa tia Guida, se burlaba de su sobrina de Maó. Al tiempo que iba acariciando los jinetes que cortésmente se paraban, para saludarla, ella coneixia tothom. Margariteta petita, cubría su cara con sus manos, evitando la cercanía, temerosa no fueran a ensuciarla con el sudor y la babas des cavalls.
Sería 1951, cuando aquel saludo a modo de capadeta, se tornó lleno de emoción. Mi tía se emocionó, nada fácil en ella, mujer bravía donde las hubiera. De alguna manera, significaba parte de su vida, de Son Tari. Moret, el caballo que bailaba inquieto al son de la insistente música, con su …tatachín, tatachín…tatachín, tatachín….
Moret, no era guiado por su propietario, Antonio Ametller Pons, habiendo sido un destacado jinete, dejó de pasear las callejuelas y correr en es Pla, aquel 1944 de triste recuerdo .
En 1951 Moret, era conducido por unas manos firmes, Lázaro, joven muy conocido a la vez que popular en aquella Ciudadela, que estaba en fiestas y que todos requerían, a la vez, para que les ofreciera una capadeta.
Han transcurrido 59 años, desde aquella tarde de grato recuerdo. A buen seguro, de haberme encontrado por el paseo marítimo con Lázaro Canet, no le hubiera reconocido, tan sólo me hubiera llamado la atención, el toparme con un hombre de semblante simpático, conduciendo una cadira de invalit. Con su motor eléctrico incorporado, ofreciéndole fácil maniobrabilidad, con la cual recorre su querida ciudad, a la cual llegó un caluroso 12 de agosto de 1927, fecha próxima a la dictadura de Primo de Rivera y a cuatro años de la proclamación de la II República española que con tanta euforia fue recibida en nuestra isla.
Como siempre, mi recién nombrada secretaria general des cap de ponent, mi prima Laura Prats Ametller, me puso en contacto con Lázaro, según él mismo deseaba conocer a la hija de Gori al que conoció cuando contaba cuatro años.
Nuestro punto de encuentro, fue la terraza del bar Sa Premsa, inaugurado en los sesenta por mi primo Mateo Ametller Comellas, escultor autodidacta. Preciosa terraza, con una vista sin igual, debiéndole añadir el esmerado servicio de dalt de tot. En aquel adecuado marco se entabló la entrevista.
¿Qué tal Lázaro?
Muy bien, dispuesto a explicarte cosas de tu familia que he de suponer te alegrarán.
¿Qué cosas?
Que tu madre, na Juanita de Son Tari, fue de las mujeres más guapas y simpáticas de la ciudad. Que muchos jóvenes iban a la farmacia de la señora Nina Llabrés, en busca de remedios para supuestos dolores de cabeza, con tal de verla y poder charlar con ella. Estaba empleada, en calidad de criada, pero llegó a ser la mano derecha de la boticaria.
Atendía al público, incluso preparaba el repelente jarabe que los médicos recetaban contra la gripe y que la señora Catalina sa mara den Balada le enseñó cómo prepararlo.
Debo decirte, que fue en aquel tiempo, cuando doña Catalina Llabrés conoció a Ramón Balada. Siempre se dijo que la boticaria al conocer al valenciano exclamó…açò és un bombò a la vez que él vendedor de naranjas, pensaba… açò és un diamant.
En la guerra iba a dormir al sótano de la farmacia,que usaban como laboratorio. Por aquel entonces cada quince días me iba con tu madre al predio . Durante la guerra, doña Catalina, se instaló con tu familia en Son Tarí.
… a tu padre, lo conocí, cuando yo tenia cinco años. El estaba de mecánico en una de las motoras, amarradas frente a la harinera de ca'n Bosch y, yo con tan corta edad ya era la sombra de mi abuelo, patrón del pailebote La Flor del Mar, hacía la ruta a Mallorca, al servicio de los militares.
Recuerdo, como si fuera en este mismo momento, que estando en cubierta, escuche una voz fuerte, muy varonil, que me preguntaba… ¿Fiet, que fas en a quest barco?
Me giré y topé con un hombre muy alto, de risa fácil con unos ojos que me llamaron la atención, tan azules, tan… no se explicar… pero no fui yo el que respondió, fue mi abuelo, quien lo hizo. Gori, aquet mariner, és… es meu net… ¿ què et sembla ? Que prest serà almirant.
Desde aquel instante fuimos grandes amigos. Pasaron muchos años, yo me encontraba junto a unos compañeros, frente la farmacia Llabrés, y escuche…¿Fiet a on vas? Nos fundimos en un fuerte abrazo, que no he olvidado jamás.
Añadir, que tu abuela Juana Pons Masanet, siempre será recordada por cuantos pasaron como missatges en Son Tarí, por sus excelentes dotes de cocinera y gran mujer.
¿Llegó a navegar?
Sí, en 1939 me embarqué con la Flor del Mar. Trabajaba a cambio de un plato de comida y un cajón donde poder dormir, era com un nintxo. Fui un chaval espabilado que aprendí a trabajar, observando a los mayores.
¿Y qué más?
Que aquel trabajo era muy duro, en el velero no disponíamos, de maquinilla, todo a mano, se subían y bajaban los sacos, uno tras otro. Por aquel entonces, mi padre quedo sin trabajo, lo que me decidió a cederle mi puesto, mas al llegar al barco lo ficharon como cocinero, mientras yo me inicié en las faenas del campo.
¿Dónde trabajó?
En Santa Ana (Macarella). La vida en el campo, era muy dura. Con 12 años, me emplearon en Sa Naveta des Tudons. Los payeses Juan Seguí y su esposa, padres de muchos hijos, contrataban gentes para segar, yo cuidaba "del bestiar, vacas, bous, mulas, cabras", hasta el agosto del 39. Iba y venia según abrían y cerraban la escuela. Me mantenían.
Recuerdo que había fincas que entregaban avarcas a sus empleados. Mis amos eran muy buena gente, pero muy pobres. Al finalizar la guerra, fueron muchos los payeses que van anar a fora por no tener agallas de llevar el cordero a los señores, algo arriesgado, por estar a l'aguait los milicianos.
¿Cómo llegó a ser caixer en las fiestas de san Juan ?
Tu tío rehusó, y me obligaron, fue una experiencia para no olvidar jamás, el caballo de Son Tarí, estaba considerado de los mejores.
La vida de Lázaro, esta plena de vivencias y experiencias, que me apetece publicar, volveremos a charlar, a contemplar Mallorca desde este mismo lugar, esta singular terraza de sa Premsa, hasta pronto mi querido Lázaro, ha sido un auténtico placer.
No olvide saludar a su esposa na Tonia, "de part de sa neta de l´amo engarró".
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