TW

Por primera vez desde la invasión rusa de Ucrania, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha autorizado que Kiev utilice material bélico norteamericano para atacar territorio ruso. Es una medida excepcional, que cambia la doctrina de la Casa Blanca, aunque hay que matizar que se circunscribe a la asediada ciudad de Jarkov.

Esa metrópolis es la segunda ciudad en importancia en Ucrania y su caída sería un golpe demoledor no solo para el Gobierno de Kiev, sino también para sus socios europeos y norteamericanos. La respuesta del Kremlin no se ha hecho esperar y el conflicto ha vuelto a escalar. Lo más alarmante es la retórica nuclear rusa, que no duda en amagar con ataques tácticos atómicos cada vez cada vez que se encuentra en apuros.

El sentido común debe prevalecer y los europeos no deben caer en estas provocaciones. Lo cierto, con todo, es que la invasión rusa de Ucrania ya ha cumplido dos años y nada hace pensar en próximas negociaciones de paz. Emmanuel Macron, presidente de la República Francesa, podría enviar en breve instructores militares para entrenar a los soldados ucranianos. Y en algunas declaraciones ha amenazado incluso con desplegar tropas galas en apoyo de Kiev. La guerra en Ucrania, de camino a su tercer año, entra pues en un momento crítico cuyo desenlace final es una peligrosa incógnita.