Con la apertura, esta semana, de los hoteles rurales Sant Llorenç y Santa Ponsa, situados a escasa distancia en el mismo camino de Llucalari (Alaior), dos nuevos llocs de la Isla consuman su transformación en agroturismos. Estamos asistiendo desde hace meses a un potente proceso de cambio, con antiguas fincas agrícola-ganaderas emblemáticas como Torralbenc, que tras haber sido adquiridas por inversores en su mayoría foráneos, las dedican a la actividad del turismo rural.
Menorca, la única isla de Balears que ha sido declarada por la Unesco Reserva de Biosfera y que apostó por altos niveles de protección para la mayor parte de los terrenos rústicos, constata como el atractivo y la calidad del entorno rural impulsan estas inversiones. Actuaciones similares, que implican cifras millonarias, ya se han llevado a cabo o se están realizando en otros llocs. Cabe esperar, y desear también que estos proyectos hallen la viabilidad necesaria para garantizar la rentabilidad y recuperación de las cantidades invertidas, y también para asegurar la continuidad de estos nuevos negocios.
Los próximos meses darán la respuesta al acierto de estas inversiones en el medio rural.