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La recién nombrada ministra de Política Territorial y Función Pública, Meritxell Batet, se ha estrenado en el cargo con la reclamación de una reforma de la Constitución «urgente, viable y deseable» para resolver el conflicto sececionista catalán. El presidente de la Generalitat, Quim Torra, ha dado la bienvenida a esta propuesta que ha suscitado críticas tanto entre PP y Ciudadanos como también en las filas socialistas, donde ya han surgido voces contrarias y escépticas, como la del exministro Juan Alberto Belloch.

La propuesta de Batet debe ser valorada para conocer sus repercusiones y consecuencias, más allá del contentar al independentismo que ha dividido a la sociedad catalana. La nueva ministra pretende incluir 'partes del Estatut' y leyes que fueron anuladas por ser inconstitucionales. No se puede abrir el melón de la reforma de la Constitución sin establecer previamente los límites de los cambios. Es preciso generar un amplio consenso político porque, en caso contrario, los deseos de Meritxell Batet se convertirán en un mero brindis al sol y generarán más frustración y tensiones. La reforma constitucional exige prudencia en lugar de audacias y precipitaciones.