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La actividad económica de Menorca registra un débil crecimiento y se distancia de las otras islas, según las estadísticas del Govern. El segundo trimestre de este año se ha cerrado con un aumento del tres por ciento, el menor de Balears y también el más pequeño desde enero de 2016. Esta evolución confirma que la economía menorquina está perdiendo fuelle y se está ralentizando, con unas tasas interanuales inferiores a las de Mallorca y las Pitïuses.

A este bajo ritmo debemos añadir el estancamiento de la población residente en la Isla y la estacionalidad durante el periodo noviembre-marzo, acentuada por una deficiente conectividad y la reducción de vuelos, con la pérdida de un treinta por ciento trayectos en relación la temporada baja anterior. La conclusión no es optimista al presentar Menorca en su conjunto una falta de dinamismo. Más allá de debates y reflexiones, la realidad se impone con crudeza con un modelo económico que no funciona, no transmite confianza a inversores y emprendedores, y concentra la actividad económica en unos meses. Una realidad que debemos afrontar entre todos y que interpela en primer lugar a los poderes públicos.