Estos últimos días se han evidenciado serios problemas de coordinación y comunicación entre las conselleries del Govern y los partidos que lo apoyan, con temas que afectan directamente a Menorca. Un hecho preocupante porque significa la repetición de errores del pasado que la presidenta Armengol se había comprometido a evitar.
Mientras la jefa del Ejecutivo se presenta como ejemplo de diálogo, las formaciones políticas que deben ser aliadas del tercer Govern de Pacte se hacen reproches públicos que cuestionan proyectos como la reforma del antiguo hospital Son Dureta, la ausencia de compromisos para el Verge del Toro de Maó, y desconocen decisiones de gran calado como la retirada en procesos judiciales abiertos contra Jaume Matas.
PSOE, Més per Mallorca, Més per Menorca y Podemos transmiten una imagen de incomunicación, falta de cohesión e incapacidad para superar recelos y desconfianzas, hechos que provocaron el hundimiento de anteriores alianzas. Una presidenta del Govern criticada por sus propios socios en la propuesta para Son Dureta y por un plan de inversiones que no ha sido pactado no transmite sensación de liderazgo.