En los siete últimos años, coincidiendo con la crisis económica que se inició en el segundo semestre de 2007, se ha registrado un significativo y preocupante cambio en la demografía de Menorca: la población de la isla envejece, y hoy cuenta con 2.500 jubilados más y 2.500 trabajadores menos. La población activa disminuye con la marcha de los inmigrantes, que ha provocado la pérdida de 1.100 residentes británicos en apenas dos años, y también por las bajas tasas de natalidad.
La conclusión consiste en que cada vez hay más menorquines en edad de jubilación y menos en edad de trabajar. Un desequilibrio que pone de manifiesto una estructura social y un modelo económico que no son sostenibles. La pirámide de población de Menorca es preocupante, con el incremento constante de los mayores de 64 años y la caída de la población infantil y juvenil. El sector servicios, con el turismo y las actividades complementarias, está monopolizando la actividad económica de la isla, lastrada por la estacionalidad. La dura temporada baja, desde noviembre a abril, tiene unos elevados costes, sociales y económicos, que pagamos entre todos. Menorca debería reaccionar.