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Una región insular, como Menorca, necesita unas adecuadas infraestructuras aeroportuarias que garanticen las comunicaciones con el exterior. Aquí no contamos, como en la península, con autopistas ni líneas de tren AVE. El aeropuerto se ha convertido en la puerta natural de entrada y salida. Corresponde al Estado la gestión y mantenimiento de estas instalaciones, que adquieren un mayor sentido por la condición de destino turístico de la Isla.

Hay aeropuertos que registran una mayor actividad y generan más recursos al ente gestor, Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA), pero, en cambio, otros como el de Menorca, con un menor volumen de operaciones y tráfico, son deficitarios. Cuando el Ministerio de Fomento, del que depende AENA, afirma que nuestro aeropuerto acumula una deuda de 152,6 millones de euros y que cerró el 2014 con pérdidas de 2,8 millones, pese al aumento de ingresos, no tiene en cuenta la función que desempeña para las comunicaciones, la conectividad y el transporte de los menorquines y de quienes deseen visitar la Isla. El Estado debe garantizar el buen estado y funcionamiento del aeropuerto de Menorca.