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Una tarde de hace un par de domingos me encontraba regando cuatro plantitas y un par de enredaderas que tenemos sembradas en el huerto familiar sobre el puerto de Ciutadella, s'hortalet le llamamos. Eran las ocho de la tarde y quedaba ya muy poca luz del sol, era casi de noche.

Estaba yo pensando en mis cosas, entre regada y regada, cuando de repente empecé a oír a un barco haciendo pitidos, pitidos largos y espaciados por un corto intervalo de tiempo. Primero pensé que había, como siempre, algún velero o lancha despistada delante la bocana de Son Blanc que estorbaba la entrada o salida de alguno de los ferris. Pero no, enseguida caí en la cuenta de que era el «Nura Nova», en Groguet nostro que llorando, llorando, se estaba despidiendo de nosotros.

En ese momento me entró una gran tristeza y no negaré que los ojos se me humedecieron y se me siguen humedeciendo ahora cuando recuerdo historias y anécdotas que viví en las más de cien singladuras que he realizado con él durante estos 18 años en que lo hemos tenido por aquí.

Recuerdo que con el capitán Humberto Luno pasamos unas cuantas travesías haciendo planos y dibujos de cómo debía ser el nuevo dique que hacía falta construir y que la Plataforma pro Ampliación del Puerto de Ciutadella, de la cual yo era fundador, venia reivindicando desde finales de los años 90. Dique que todos los capitanes con los que hablé en esa época siempre lo situaban frente a Sa Farola y no en Son Blanc.

Muchas otras anécdotas se me vienen a la memoria. Recuerdo la que se armó el día en que un hipopótamo que venía embarcado con un circo hizo sus necesidades en la bodega de vehículos… ni con mascarilla se podía bajar a por el coche. Por Dios, pobre animalito, comer no sé lo que comía pero los resultados de la digestión eran terroríficos.

Tampoco olvidaré el día que frente a Aucanada ya dentro de la bahía de Alcúdia, ya de noche, al ir a arrancar el generador que alimentaba el motor de proa para hacer la maniobra de atraque, el «Nura Nova» se nos quedó parado y a oscuras. Vaya susto, pero menos mal que enseguida se encendieron las luces de seguridad y al cabo de dos o tres minutos se volvieron a arrancar los motores principales y seguimos hasta Alcúdia sin más novedad.

De temporales no quiero hablar porque ni me hacen gracia, ni me gusta recordarlos, pero sí por el contrario que recordare siempre el día que unos cuantos amigos y yo al regresar de un concierto de Mike Oldfield en la plaza de toros de Palma llegábamos tarde al embarque, yo me fui a por las tarjetas de embarque mientras los demás subían al barco, pero cuando fui a subir yo ya habían quitado la escalerilla y también estaba levantada casi un metro la rampa del garaje. ¿Y ahora qué hago?, les pregunte a los estibadores que estaban por allí; por la puerta del practico, me contestaron; no me lo pensé dos veces me fui corriendo para allá tire la bolsa de equipaje por la puerta y de un salto me metí dentro. Menos mal, por los pelos, me dije a mi mismo. Lo peor de todo fue que al cabo de veinte minutos, y ya en plena travesía, bajó el primer oficial y mientras los demás compañeros de viaje se partían de risa, me dio un buen tirón de orejas.

Muchas anécdotas más recuerdo, pero sería muy largo de contar aunque de algo que estoy muy orgulloso es que ambos, el «Nura Nova» y yo, compartimos el honor de formar parte de la historia de nuestra ciudad. Un día, el 11 de mayo de 2011, a las 11.30 horas de la mañana y bajo el mando del capitán Pedro Bennassar, fuimos los últimos que partimos en viaje de línea regular desde puerto de Ciutadella con destino a Alcúdia y los primeros que atracamos en el nuevo dique de Son Blanc. Tengo el honor de poder decir que fui el ultimo pasajero que utilizó el finger del el antiguo puerto y el primero que puso pie a tierra en Son Blanc antes que cualquier coche o pasajero. Guardo con recelo un certificado de Iscomar y el billete del viaje que así lo acreditan.

Muchos otros buques han cubierto las líneas de pasaje y vehículos desde el puerto antiguo de Ciutadella con otros puertos de nuestro entorno, desde el mítico y valiente «Ciudadela» y las tres «Santa María»: del Pino, de la Caridad y de las Nieves, pasando por el «Rolón Plata», los «Arlequín» Azul y Rojo, el «Ramon Llull», el «Nixe», sin olvidar los catamaranes de Cape Balear… el «Leopard», el «Jet», etc. y algunos más que ahora no me vienen a la memoria. Sin embargo el «Nura Nova» ha sido el más regular y fiable de todos ellos, el que más pasajeros y vehículos ha transportado y gracias a él muchos se dieron cuenta de las enormes posibilidades que tenían las comunicaciones marítimas con Ciutadella, hasta el punto de que se hizo imprescindible para el futuro de nuestra ciudad y de Menorca la ampliación exterior del puerto plasmada en Son Blanc.

Sería muy injusto no reconocer que tras el «Nura Nova» ha habido siempre un gran equipo humano, comenzando por sus capitanes, oficiales, contramaestres, sobrecargos y resto de tripulación, imposibles de relacionar en tan pequeño trozo de papel, sin olvidar la imprescindible colaboración del personal de tierra al mando, desde que llego el «Nura Nova», de Juan Gayón, con Gero, José, Seta…; todos ellos bajo la tutela de José Ignacio Seguí. Gracias a todos por vuestra gran labor y atención continua a todos los que confiaron en vosotros para cruzar el Canal.

El «Nura Nova», ya nos está con nosotros pero a pesar de ello jamás será borrado de nuestra memoria y por ello creo que sería justo que nuestros dirigentes locales se concienciaran y reconocieran para siempre, y no solo con un simple acto institucional, la labor y servicios llevados a cabo por nuestro Groguet y le dediquen algún vial cercano al nuevo puerto y adornen alguna de las rotondas que regulan el tráfico de entrada y salida de Son Blanc con una escultura u objeto en memoria de tan noble buque.

Adiós «Nura Groguet Nova», siempre estarás en mi memoria.