Vampirolandia
Érase una vez, un descorazonador país lleno de vampiros. Nosferatus había sido en tiempos lejanos el primero de ellos. Sus descendientes se hicieron numerosos, y con el paso de las generaciones, aprendieron a sobrevivir refinando sus actos bestiales, de mordiscos sin ton ni son, por otros más acordes con los tiempos actuales. Al fin y al cabo, las inevitables salpicaduras de sangre en la ropa al hincar el diente, siempre habían sido manchas difíciles de lavar. Ahora ellos vestían pulcros trajes, derrochaban poder y en lugar del tradicional bocado, usaban corruptamente la palabra, la retórica, la dialéctica, la demagogia para llevar al huerto a los lugareños mediante el engaño. Ya no hacía falta, como en los viejos tiempos, entrar a saco por las ventanas de madrugada, aunque algunos añoraban esos tiempos románticos. Ahora podían hacerlo tranquilamente por la televisión.Cuidaban su imagen de seriedad y rigor, en eso no habían cambiado, pues seguía siendo una cualidad indispensable para que el lugareño se sintiera confiado. Habían construido, en lugar de castillos tenebrosos como antaño, suntuosos edificios marmóreos, grandes enormes, desmesurados desde donde dirigían con perversión sus terroríficos planes. Los llamaban eufemísticamente, bancos de inversión, lobbys, programas políticos, agencias de calificación, centros financieros y otras lindezas por el estilo. Todos ellos muy crípticos, aunque sin duda, justo es considerar, debidos a cuestiones de herencia congénita.En Vampirolandia, habían encontrado por fin una razón para no morir. Atrás quedaban aquellas pequeñas ingestas de sangre no siempre voluptuosas, aquel ir y venir del sepulcro atolondradamente, aquellos ajos infames, aquellas revueltas populares llenas de crucifijos y estacas. En Vampirolandia, los antiguos descendientes de Nosferatus se desbebían por otro tipo de sangría más inmoral y mucho más rentable. Eran felices sangrando, sin piedad, los bolsillos de los sufridos lugareños, y disponían a su antojo de una inmensa despensa de población embaucada.
Cartas de los lectores
22/05/12 0:00
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