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Carta de un fumador

Que el tabaco perjudica gravemente la salud de los fumadores es algo incuestionable, también es incuestionable que el tabaco perjudica seriamente el bolsillo de quien compra esta miserable droga, pero es más probable sufrir un infarto de miocardio por un subidón de adrenalina, por un disgusto o por un hipercalentamiento de los tejidos coronarios que por fumar un pitillo. El señor Pérez Rubalcaba, hace no muchos días, anunciaba las nuevas subidas de impuestos en las que pregonaba que los más ricos pagarían más. En aquel momento pensé ¡por fin ya era hora! que sean las grandes empresas como, por ejemplo, Telefónica, Repsol, Gesa Endesa las que ayuden a sanear la economía del país. Pero ¡Qué gilipollez la mía! por tener estos maquiavélicos pensamientos. Las nuevas artimañas políticas como subir los impuestos del tabaco para salvar lo que ellos dicen la sanidad pública, pero que en realidad se llama sanear la economía española, es algo muy cuestionable y debatible. Lo incuestionable es que los ricos fuman menos, y que los cinco millones de parados (el 21,29% de la nación) que, se mire por donde se mire, somos los más pobres de los españoles, es lógico, equitativo e irrefutable que seamos los que más fumemos y los que más impuestos paguemos.

Señor Rubalcaba, si publicaran mi carta y por suerte usted la viera le agradecería que aunque fuera así, como de refilón, le pudiera echar un pequeño repaso. Repito se lo agradecería. Me gustaría que se diera cuenta de lo importante que es un cigarrillo para nosotros los españoles pobres. Sabe usted lo bien que sientan una docena de cigarrillos cuando estás esperando pacientemente en la larga cola de las oficinas del INEM para que alguien te atienda, aunque seguramente al final no te resuelva nada. O cuando tu mujer protesta porque la economía doméstica no está saneada y te amenaza con irse con los niños a casa de su madre. O cuando vas a una empresa para pedir empleo y sin que todavía hayas abierto la boca ya te dicen que sobran empleados. O cuando te encuentras con algún amigo que trabaja en la administración y te explica que el que no trabaja es porque no quiere o porque es un vago, ¡vamos! ¡Como para invitar a fumar! este buen "amigo!".

Y sabe usted: Cuando el banco te notifica por correo que tienes tres cuotas de la hipoteca sin pagar y no sabes de donde sacar el dinero ni para pagar la primera, o cuando te llama por teléfono el director de la oficina bancaria, esa misma que se encarga de recaudar todos tus "ahorros" dándote los buenos días (eso si te los da, porque esta gente no da nada), amenazándote de que si no pagas subastarán tu vivienda y la de los que te han avalado, o cuando el juez te ordena que por falta de pago abandones tu domicilio sin importarle lo más mínimo las causas, razones o circunstancias que te han llevado a tan lamentable deterioro familiar y financiero, lo bien que sienta un cigarrillo y un buen trago de garrafón de 65 grados.

Señor Rubalcaba y demás consejeros de la nación, lo que les comento no es una fábula ni invención mía, es real, pasa diariamente en cualquiera de los pueblos y ciudades Españolas, matan ustedes más que todas las cajetillas de veneno juntas que se venden en los estancos. Matan nuestros ahorros, nuestro futuro, nuestras ilusiones, nuestros sueños, nuestro bienestar, nuestra salud, nuestro orgullo, nuestras esperanzas, y lo mismo que ocurre con el tabaco, también producen infartos e impotencia. ¡Y como colofón! Como no tienen mejores ocurrencias, (no las han tenido nunca) ahora que se han humeado todo dinero de los españoles proponen una reforma de la Constitución para incluir un límite en el déficit y el endeudamiento del conjunto de las Administraciones públicas. ¡Vamos! En este momento me estoy planteando si dejar de fumar, empezar a beber, o ponerme a llorar.

Si con lo que ustedes cobran no tienen ideas más preponderantes y su única visión de futuro para salir de esta crisis, en la que ustedes nos han sumergido, es subir periódicamente los impuestos del tabaco ¡Apaguen sus habanos y váyanse!

Creen empleo, bájense los sueldos y no necesitarán subir más los impuestos, ya verán lo rápido que crece la economía española. Todo lo demás es pura astucia corporativa para llenar los bolsillos de los que no fuman.

Francisco Pérez Llabrés
Ciutadell