Cartas de los Lectores

Fumar era
un placer (1)
El domingo 2 de Enero de 2011 ha sido el día señalado por nuestro paternal gobierno para poner en marcha la nueva ley que va a proteger la salud de la gente y a solucionar de una vez por todas los problemas de convivencia entre fumadores y no fumadores. Sin embargo, uno, que anda por el mundo ojo avizor, ha detectado en sus conciudadanos, además del perverso vicio del tabaco, otras conductas, otras costumbres y otros vicios deleznables que, dadas las graves consecuencias negativas sobre la salud física y mental colectiva, convendría erradicar. Por ello, y con el fin de facilitar la labor de los órganos encargados de dictar las normas relativas a la vigilancia y a la imposición de penas a los infractores rebeldes, permítame el lector señalar algunas pocas conductas no deseables, pues la lista sería larga, y las penalizaciones correspondientes a aplicar a quienes perseveren en tales vicios. 1) Negarse a respirar profundamente el aire contaminado de las grandes ciudades, mucho más nocivo que el humo del tabaco. Los que pretendieran ser desiguales y pasándose de listos protegieran sus pulmones usando mascarillas u otros artificios no homologados serían sancionados con la exposición durante un tiempo a determinar a los humos del tubo de escape de un autobús urbano para que sus pulmones fueran contaminados igualitariamente. 2) Negarse a conocer de manera exhaustiva el mapa del clítoris femenino y/o no practicar la masturbación con la ortodoxia recomendada por altruistas dirigentes socialistas, todo ello con el visto bueno de la lúcida y culta Exministra de Igualdad, la Sra. o Srta. Bibiana Aído. Quien incumpliera esta norma y fuera pillado manipulando de manera inadecuada los genitales propios o los de la pareja, sería sancionado con el visionado de 3 películas pornográficas de las que, posteriormente, en un informe concienzudo, debería analizar los argumentos poniendo de manifiesto su gran calidad artística y literaria. ¡Para que aprendiera! 3) Manifestar espíritu crítico y, haciendo uso de la libertad de pensamiento, de conciencia y de expresión, denunciar las falacias y el falso progresismo a que estamos sometidos. Pues si bien es cierto que:" el espíritu crítico es el único motor del progreso "según palabras de Mario Vargas Llosa en su discurso de aceptación del premio Nobel de Literatura, también lo es que el pensamiento divergente supone un ataque al pensamiento único, una de las bases ideológicas que, junto con el marketing de eslóganes, consignas y gestos destinados a la "clientelización" de la sociedad, ha orientado las actuaciones de los sucesivos gobiernos Zapatero. Quienes en sus palabras y/o en sus acciones mostraran desafección al progresismo de pacotilla que nos gobierna y prestaran oídos atentos a discursos como el de Thomas Jefferson, uno de los Padres Fundadores de los EEUU: "He jurado ante el altar de Dios hostilidad eterna contra toda forma de tiranía sobre la mente del hombre" que, en el contexto actual, podría interpretarse como una lucha contra la tiranía de ideologías decimonónicas impregnadas de un fuerte contenido totalitarista, como nos cuenta su historia, aunque disfrazadas ahora de democracia, o contra la tiranía de los nacionalismos provincianos hipercontroladores, regidos, tal como ha sucedido en Cataluña con el llamado tripartito, por tiranuelos locales que, entre otras hazañas, no han dudado en pisotear el libre albedrío del ciudadano para expresarse en la lengua que le venga en gana, serían sancionados con el ingreso en escuelas especializadas en reeducación ideológica, en donde deberían demostrar un interés y un aprovechamiento adecuados. Y como a la hora de castigar a los infractores podrían darse problemas de identificación, ahí están las recomendaciones de la insigne Ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, la Sra. o Srta. Leire Pajín, quien en el más puro estilo represor estalinista y tomando ejemplo del Sr. Montilla y sus comandos chivatos creados para delatar a quien se atreviera a rotular en lengua española y no en la catalana, propone que el ciudadano denuncie al malvado fumador que infrinja la ley. ¡A qué extremo de histérica insensatez controladora se ha llegado! No le quepa al lector la menor duda de que la aplicación de las correcciones señaladas sobre los vicios mostrados, y muchos otros que se quedan en el tintero, conseguiría unos dóciles ciudadanos ejemplares, todos iguales en salud física y aborregamiento mental aunque también todos perfectamente idiotas y fácilmente manipulables.