Soy una mujer de nacionalidad dominicana, que lleva treinta y cinco años trabajando en España. Estoy muy contenta de la acogida recibida en este país, de habla hispana, y he colaborado con mi modesto esfuerzo al desarrollo de la nación.Desde hace seis años trabajo en Menorca donde además de mi lengua materna, español, también se habla el menorquín.
Tengo la suerte y alegría de haber podido traer a mi lado desde hace unos meses a mis nietos, de siete y doce años, y ello gracias a la generosidad de este país que se preocupa de la reagrupación familiar.Los niños se han integrado rápidamente con sus compañeros en el colegio y se sienten felices por el trato con sus profesores.
Desgraciadamente sus estudios avanzan muy lentamente por su desconocimiento del idioma catalano-menorquín, y se sienten discriminados dentro de la escuela.
Todas las clases las reciben en catalán, idioma que todavía no han podido aprender y no pueden entender. Cuando mis hijos y yo acudimos a las reuniones de padres en el colegio tampoco entendemos nada ya que hablan en catalán. No estoy recriminando a los profesores, que son muy profesionales y cumplen con su deber.
Solicito a quien corresponda el arreglo de esta situación discriminatoria y que los niños puedan estudiar como los demás. Y nosotros podamos entender lo que nos explican los profesores, con el fin de poder ayudarles y conocer las normas.
Este país que ya es el mío debe tener en cuenta esta circunstancia en la que se hallan muchos escolares y acabar con esta situación de ciudadanos de primera y segunda clase, ya que de seguir así estos niños serán casi analfabetos.
Estos niños y sus familias no tenemos nada en contra del catalán, pero como ya he dicho es imposible aprenderlo inmediatamente y la consecuencia es que no aprenden ninguna materia por la imposibilidad de comprender lo que les explican.
España, que tanto nos ha dado y a la que tanto hemos servido, no puede discriminar a unos niños deseosos de integrarse en el país. Insisto en que los profesores me atiendan en el idioma que tanto ellos como yo conocemos en las reuniones de familia.
Ruego que me excusen por mi insistencia, pero nos consta que los niños no adelantan en sus estudios y están perdiendo un tiempo precioso.
Dulce Mª Johnson Calcaño
Es Castell
12 octubre
2010
La lluvia cae implacable sobre mi patio, anegando mis plantas, el viento racheado le ayuda en su cometido, haciéndola pasar incluso por debajo de mi puerta, obligándome a estar achicando con toallas que tratan inútilmente de impedir su paso. El viento del este arremete contra mi puerta desprovista de paraguas.Oscuro Día de la Hispanidad tenemos, difícil para celebraciones. Decididamente no me gusta nada el invierno y los días como hoy me angustian; el no poder salir a la calle, ni siquiera al patio, me producen una extraña sensación de asfixia.
En la tele sólo hay dibujos y refritos, mejor apagarla. Por suerte me queda internet para sentirme conectada al mundo; y escribir cómo me siento para desahogarme un poquito, sola y enclaustrada con un estado de ánimo que lucha abiertamente por no sucumbir a la tristeza o a la añoranza.En días como hoy me acuerdo de mis padres y de todas las personas que formaban parte de mi vida y que por una razón u otra ya no están.Cuando niña, la llamábamos la Fiesta de la Raza y en los colegios nos hablaban de esos países que hace cientos de años conquistamos, a golpe de fusil, eso sí con los misioneros por delante para cristianizar a los indígenas, sin preguntarles si querían. Indígenas que curiosamente hoy conservan mejor su fe en la religión católica que los mismos españoles.Y que como solía decir el ilustre Hijo de Mahón Don Juan Hernández Mora: "Como a los españoles no les daban asco las indias, la conquista se hacía también por medio de la mestización".
Hoy , graciosamente, parece que las cosas han cambiado y son las indias las que acuden a Menorca a casarse con los menorquines, a los que siguen sin darles asco las mujeres de otras razas; contribuyendo así a otra nueva y bonita mestización.
Espero disculpen esta nota de humor que brota de mis reflexiones en un día tan gris.
Antonia Pons Salom
Maó
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