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Los troncos a la deriva proliferan por el Mediterráneo y son un peligro para las embarcaciones. A veces cubren travesías de largo recorrido, tienen su origen en países remotos, son como un mensaje sin botella, libres de corteza y pulidos por los lametones del agua salada. Cuando tienen tierra a la vista es el momento de mayor riesgo. Por sí mismos o con la ayuda de alguna embarcación, que los arrastra, llegan hasta la orilla donde quedan varados.

Entonces se produce su penúltima transformación, la que los intregra en el paisaje, como este enorme tronco, abrazado por la arena de Ses Salines de Fornells. Los troncos son estructuras flotantes a menudo más sólidas que esas pateras llenas de personas en busca de la otra orilla. Algunos también las consideran un peligro, no quieren que vean tierra donde desembarcar, y se niegan a que se integren en el paisaje social. No valoran que además de tronco, tengan cabeza, extremidades y corazón.