Una lección de novela psicológica

Como muchos lectores ya sabrán, El niño de Fernando Aramburu reconstruye la vida de una familia afectada por una tragedia que ocurrió en el año 1980 en Ortuella. Unos cincuenta niños y tres adultos murieron por una explosión de gas que se produjo en el colegio de aquella localidad vasca, que por aquel entonces tenía unos 8.000 habitantes.

Mucho tiempo después, Mariaje, la madre de Nuco que murió ala edad de seis años en aquel fatal suceso, le cuenta al narrador todo lo que ocurrió y como intentó reconstruir su vida. Junto a ella están su marido José Miguel, y Nicasio, el abuelo materno.

El día de la tragedia fue Nicasio quien llevó a Nuco al colegio y esta circunstancia le marcó para siempre. La mente de Nicasio se negó a aceptar la realidad y continuó su vida casi como si el niño estuviera vivo y visitando diariamente el cementerio para hablar con él.

José Miguel, por su parte, reaccionó de manera contraria, tratando de negarlo todo y olvidar la existencia del hijo único.

Pese a que había dejado de ser creyente, Mariaje buscó consuelo en la religión y trató de compaginar los dolores antagónicos de su padre y su marido.

Un elemento muy original que introduce el autor y que además funciona es que el libro incorpora diez capítulos en que la propia novela se glosa a sí misma para dirigir algún reparo al narrador, recordar que El niño es solo una reconstrucción novelesca de unos hechos y ampliar el punto de vista del propio texto.

Fernando Aramburu que ya mostró su maestría como novelista en la aclamada y popularísima «Patria», en la que abordaba el conflicto del terrorismo vasco, corrobora en El niño su capacidad para escribir historias convincentes e interesantes para cualquier buen lector. En este último caso ahonda en los problemas psicológicos de unos personajes, víctimas de una tragedia fatal e inesperada.

El niño

Fernando Aramburu

Tusquets editores

270 páginas