Los bomberos de Menorca han de vivir en Menorca

El equipo de gobierno que preside Adolfo Vilafranca ha modificado los requisitos que se exigían, entre los que no figuraba vivir en Menorca.

Seis de los 52 componentes de la plantilla se ven afectados por este cambio, al compartir hoy ubicación entre su lugar de trabajo, la balear menor, y sus ciudades de residencia, en Mallorca, Valencia y Catalunya. Esta decisión política está basada en un informe que marca el objetivo de garantizar la disponibilidad plena e inmediata de todos los efectivos, tanto del parque de Maó como el de Ciutadella, en caso de que ocurra una catástrofe y queden cerrados los puertos o el espacio aéreo para llegar a la Isla.

El Consell aplicará este criterio, que hasta ahora no exigía, en cumplimiento de la normativa que regula los deberes de los funcionarios de la Comunidad Autónoma. Los seis bomberos afectados por el cambio están en contra de su aplicación al considerar que les ocasionará un perjuicio y que ninguna otra plantilla de bomberos del archipiélago impone esta obligatoriedad de residencia.

OBLIGACIÓN MORAL           

Discrepa el jefe de los bomberos de Menorca, Joan Rosselló, con la decisión política adoptada por el gobierno del presidente Vilafranca cuando pretende contradecir el informe jurídico que avala el acuerdo.

Dice Rosselló que residir en la Isla «no quiere decir que el servicio vaya a ser más operativo» y añade que se debe diferenciar entre residencia y disponibilidad. Estar disponible no significa «siempre y a todas horas».

Esta argumentación se desmorona cuando el jefe de estos empleados públicos alude a la cuestión nuclear, imbricada con la ética y estética. Según Joan Rosselló, todos tienen una obligación moral de residir en Menorca. Se refiere, naturalmente, a todos los bomberos cuyo puesto de trabajo no está en la península, sino en esta Isla.

Aceptada la mayor, que no puede ser negada, nos adentramos en el terreno en el que acabará derivando esta razonada y acertada iniciativa y que consistirá en «reconocer y pagar esta disponibilidad». En una palabra, cómo se traducirá en la nómina y sus complementos.

TARIFAS Y GASTO             

Habrá que cuantificar, ahora, el gasto, para las arcas públicas    del Consell, de esta obligación moral a la que están éticamente obligados los bomberos que desempeñan su actividad profesional en Menorca. Habrá que fijar tarifas. El gran debate de fondo aludirá al precio de la localización y la disponibilidad. Y aquí intervendrán sindicatos, comités y junta de personal.

Otra cuestión se refiere a por qué este requisito -moral, ético, normal y natural en una región insular- no se había exigido hasta ahora. Un buen tema si se llega a debatir en el pleno del Consell. ¿Presentará la oposición alguna pregunta o moción?

EL DOCTOR ORFILA             

No nos referimos al eximio médico mahonés Mateo Orfila Rotger, sino al galeno alayorense Jaume Orfila Timoner, que el 2023 obtuvo el Premio Nacional de Medicina.

En la actualidad jefe clínico del Servicio de Medicina Interna del hospital Son Espases, fue designado por los tres grupos políticos del Ayuntamiento de Alaior para recibir el homenaje que se celebra el ‘dilluns de Sant Llorenç’.

Y como la política transita por extraños meandros, el doctor Orfila de Alaior no fue nombrado conseller de Salud ni director general del IB-Salut cuando el PP accedió al Govern en julio del año pasado. Algún día habrá que explicar el fondo de esta historia.

De la intervención de Jaume Orfila, el 12 de agosto, recuperamos la reivindicación de la profesión de médico «para recuperar la autoestima perdida, porque no es justo que médicos y paciente suframos las consecuencias de la desregulación y el desorden actual del Sistema Nacional de Salud». Y el orgullo del médico de pertenecer a una profesión donde aún es importante la ética, el compromiso con los demás y la capacidad de sacrificio. Impecable, Jaume.