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Los  ácidos grasos poliinsaturados omega-3 (PUFA 03) son las grasas más famosas. Todo el mundo ha oído hablar de ellas aunque no son muchos los que sepan de sus acciones en el organismo.

Los  ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) en general se dividen en dos, los    PUFA 03 que se encontrarían en los pescados, pero también en ciertos aceites, como el de soja, linaza, canola y en semillas de chia, lino y en las nueces; y los PUFA 06 (omega-6) en los    frutos secos, semillas y aceites vegetales, y tendrían éstos básicamente el ácido linoleico y algo menos ácido araquidonico.

En los pescados los dos PUFA 03 que encontraremos son el ácido docosahexaenoico (DHA)    y el ácido eicosapentaenoico (EPA) y en los aceites vegetales el    ácido alpha linoleico (ALA); los nombro no para abrumarles si no    porque les sonará si utilizan suplementos vitamínicos o nutricionales y por que haremos referencia a ellos más tarde.
Deben saber que el contenido de PUFA 03 en los pescados depende de lo que comen y en donde viven. Si viven en agua fría tienen más contenido de PUFA 03. La cantidad de DHA o de EPA a su vez estará condicionada con la dieta del pez. Pescados azules o grasos como el salmón, la caballa, el arenque, sardinas y atún blanco serían fuentes tanto de DHA como de EPA.

Los PUFA en general reducen unas grasas del cuerpo humano, los llamados triglicéridos, y con ello tendrían además efectos antinflamatorios,    antitrombóticos,    sobre la función endotelial, y sobre la composición de la placa arteriosclerótica, lo que influiría en la prevención de los eventos cardiovasculares.

Las dosis diarias no quedan del todo claras, según el American Heart Association Science Advisory recomienda al menos dos consumiciones semanales de pescado preferentemente pescado azul, capaces de proveer de al menos 250 mg/d de DHA o la EPA.

Y es que los    PUFA 03 influirían en la enfermedad cardiovascular, pero también al parecer lo harían en la demencia tipo Alzheimer (DA); así un estudio de Yassine HN et al del 2017 (JAMA Neurol) en pacientes susceptibles genéticamente a padecer la DA, como son los portadores del gen de la apolipoproteina E 4 (APOE 4), de los que hemos hablado en alguna ocasión, mostró como, suplementando con DHA en aquellos con predemencia, pero sin aún haber llegado a la demencia, reducía el riesgo de debutar o retrasaba la DA.

Y es que el DHA actuaría en la formación de las sinapsis neuronales y de las membranas neuronales, reduciría la inflamación y permitiría reducir de los depósitos de sustancia amiloide en el cerebro (la causa real de la DA) de estos pacientes.    Fue sintomático que en una revisión con metaanálisis de    Zhang et (Am J Clin Nutr 2016) en 21 cohortes y 181.580 individuos comparando el hecho de no comer pescado, a hacerlo al menos una consumición por semana, ya mostrara una ligera reducción del riesgo de demencia por DA de un 7%.

Francine K Welty ( Review Curr Opin Lipidol, 2023) recientemente ha concluido tras una revisión exhaustiva que la suplementación con PUFA 03 reduciría el desarrollo de alteración cognitiva mínima y su progresión al demencia tipo DA incluso en portadores de la APOE 4, pero no tendría efecto si ya existe una DA instaurada.

Y esto nos lleva a los enfermos con esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa rara, de la que hablamos («Es Diari»21-04-2023), pero al parecer cada vez más frecuente y sin cura, que se puede manifestar    en edades medias de la vida y que obliga al paciente plenamente consciente a ser rehén de su propio cuerpo hasta su fallecimiento, lo que le supone un gran sufrimiento a el y su familia que tiene que hacerse cargo de su cuidado. Para paliar esta situación,    ya comentamos, que    existe una ley, que    ha sido bloqueada sistemáticamente por la actual administración y que probablemente -esperemos que no- acabará por desaparecer con las próximas elecciones. Lo que tal vez sea una explicación de que estos pacientes sean de los que más se acojan a la ley de la eutanasia en la actualidad, una ley que también, por lo que se lee, podría desaparecer tras el resultado electoral (también, esperemos que no). Por lo que el futuro de este colectivo no se presenta muy halagüeño. De ahí que todo lo que se pueda hacer para retrasar la progresión de la enfermedad y reducir el sufrimiento que genera es bien venido.
Existe un solo fármaco en nuestro país con evidencias en el enlentecimiento de esta enfermedad que es el riluzol y que fue aprobado por la United States Food and Drug Administration (FDA) en el 1995. Otros, como el edaravone administrado por via endovenosa en el 2015 y por vía oral después, en Japón y Corea, lo aprobó la FDA para todos pacientes con ELA en mayo del 2017, sin embargo no está disponible en nuestro país (¿?), pero si en otros países europeos, Francia, Suiza... aunque, me comentan, a precios imposibles. Y muchos otros pero aún en fase de experimentación.

Sin embargo, existen fármacos comercializados para otras enfermedades que no han sido aprobados específicamente para la ELA, pero con estudios que muestran mecanismos sugerentes debido a su neuroprotección, a precio asequible y con pocos o sin efectos secundarios, del tipo antiparkinsonianos, mucolíticos, antidiabéticos, vitaminas,... aunque con eficacia no contrastada con estudios ad hoc.

Y aquí entran los PUFA que como hemos visto en la prevención de la DA tendría efectos beneficiosos en la formación de las sinapsis neuronales y de las membranas neuronales y reduciría la inflamación, aunque en el cerebro,.. pero al parecer también podrían tener un papel en la progresión de esta enfermedad.

Acaba de ser publicado por Kjetil Bjornevik et al en la prestigiosa revista Neurology el estudio EMPOWER que analizó si los niveles de PUFA 03 en la sangre de los pacientes con ELA, pero en este caso ALA (ácido alpha linoleico), podrían    predecir    la supervivencia y el deterioro funcional de estos pacientes. Pues se tenían datos epidemiológicos de que los niveles sanguíneos de ALA de grandes estudios de cohortes se relacionaban con menor riesgo de presentar ELA.

El ALA se encuentra en aceites vegetales como el de oliva y la canola y en semillas como las de girasol, chía y lino, también en las nueces, las almendras, en la soja y en la quinoa.

Los PUFA 03 se analizaron en 449 pacientes con ELA, de 57,7 (±10,7) años de media y un 65,3% mujeres, seguidos más de 18 meses. En el tiempo estudiado 126 (28,1%) fallecieron.

Pero se demostró que altos niveles de ALA sanguíneos se asociaron un menor riesgo de muerte y un declinar funcional del paciente más lento medido con    una escala al efecto, la ALS Functional Rating Scale–Revised (ALSFRS-R), y todo ello independientemente de otras variables como la    raza, la duración de los síntomas, el uso de riluzol concomitantemente...
Los niveles altos de EPA (ácido eicosapentaenoico) y el ácido linoleico también se relacionaron con menor riesgo de fallecimiento.

En opinión de este médico, el hecho de no ser un estudio de intervención (no se daba un fármaco) hizo que se    buscara el PUFA 03 que mejor se relacionara en la sangre según la población estudiada con la ELA, en este caso la ALA y en población americana, de ahí que de hacerse con población española (mas consumidora de pescado) los niveles de DHA o de EPA (que en este estudio se demostró) probablemente hubiera llegado a parecidos resultados.

Este estudio publicado hace diez días (21 de junio) demuestra que los PUFA 03, y particularmente el ALA tendrían propiedades neuroprotectoras que mejorarían el pronóstico de la ELA.

Lo que abriría un nueva alternativa en el tratamiento de los pacientes con ELA.