Cuando nos dicen que las negociaciones políticas «van bien» es que van mal. Es el actual impasse en el que se encuentra el proyecto de Ley de Reserva de Biosfera de Menorca, que, después de la fase de debate en ponencia, prosigue su tramitación parlamentaria en la Comisión de Asuntos Institucionales.
Fue lo que ocurrió en la primera reunión que mantuvieron Adolfo Suárez y Josep Tarradellas en La Moncloa aquel 27 de junio de 1977. Un encuentro marcado por las discrepancias y los desacuerdos entre el presidente del Gobierno de UCD y el honorable, horas después de regresar a España desde el exilio francés, sobre la recuperación de la Generalitat catalana cuando no se había aprobado la Constitución de 1978.
Saltaron chispas y, a pesar de que no hubo entendimiento, al salir, el experimentado político catalán manifiesta a los periodistas que la reunión había sido «muy cordial y agradable». Fenando Ónega, jefe de prensa de La Moncloa, corrió a explicarlo a Suárez, que esperaba otra salida de Tarradellas. Y Carlos Sentís, que le había acompañado en el vuelo desde el aeropuerto Ville Coublay de París al madrileño de Barajas, aplaudió a quien, minutos antes, había advertido al presidente del Gobierno que «José Tarradellas no ha venido a hablar con usted. Aquí está el presidente de la Generalitat».
Suárez le respondió con un contundente «usted no es nadie. Usted es lo que yo digo que es, nada más». Quedaba frustrada en aquel momento aquella operación de Estado.
Cuestiones nucleares
En este punto se encuentra, ahora, el proyecto de ley de Reserva de Biosfera porque sobre la mesa siguen, atascadas las cuestiones nucleares.
O sea, la financiación -quién paga y aporta los recursos-; las competencias, con el señuelo de que antes de acabar el año, según ha dicho la presidenta Armengol, se habrá formalizado la transferencia de la competencia de Costas a Balears.Y, por último las restricciones a la entrada de vehículos.
El presidente del Parlament, Vicenç Thomas, se cura en salud y, aunque se cumplen los plazos de la tramitación, añade un prudente «en caso de que se apruebe» en esta décima legislatura del Parlament, que acaba el próximo 30 de marzo, cuando Francina Armengol firmará la convocatoria de las elecciones autonómicas que se celebrarán el 28 de mayo.
Habrá acuerdo en función de las cesiones, porque la izquierda, que promueve esta ley, tensará pero no romperá la cuerda y no puede dejar pasar la oportunidad. Se escenificarán las discrepancias hasta el último momento, porque las elecciones se aproximan, pero quedará sin resolver la cuestión principal: su eficacia y virtualidad. En cualquier caso, la Reserva de Biosfera de Menorca tendrá el honor de contar con una ley propia y dos planes territoriales insulares, porque seguimos aplicando el PTI aprobado en 2003 y el que aún hoy sigue tramitando el Consell.
Y una vez aprobada la ley habrá que redactar los reglamentos para desarrollarla y aplicarla, con la creación de nuevos organismos. Todo ello implicará más sector público, más administración, más controles y el sometimiento absoluto de la propiedad privada a los criterios, normas, planes, leyes y reglamentos que proliferan en un laberinto donde caben varias interpretaciones y que sólo llegan a entender los iniciados en el arcano.
Presupuestos
Chirrían los presupuestos del Govern para el 2023 cuando, por una parte, proclama que aumenta el gasto un 12 por ciento en Menorca, al pasar de 131,4 a 147,7 millones, lo que atribuye a las aportaciones extraordinarias de los fondos Next Generation UE y al factor de insularidad del Régimen Fiscal, del que todos hablan pero nadie aún ha visto.
Pero, al mismo tiempo, reduce un 10 por ciento su inversión en Menorca, que asciende a 50,7 millones, cuatro millones menos que este año. Y sin descontar los proyectos guadinescos, aquellos que aparecen y reaparecen cada año, pero no se acaban de ejecutar.
Habrá que explicar estas incoherencias y, sobre todo, pedir que, por favor, lleven a cabo las inversiones del Govern para Menorca que nos vienen anunciando desde el principio de la legislatura, algunas incluso antes, como el famoso Centro de FP de Hostelería de Ciutadella, presentado un lejano febrero de 2018. Las obras aún no han empezado en la terminal del puerto urbano.
120.000 viviendas
El economista Arturo Robsy, exdirector general de Vivienda del Govern, que dimitió en mayo pasado, afirma que «Balears necesita 120.000 viviendas nuevas para afrontar la demanda hasta el 2035».
Para alcanzar este objetivo habría que construir más de 9.000 nuevas viviendas cada año, pero en la actualidad el ritmo no llega a las 3.000.
Faner y Saura
Borja Saura, caixer senyor del cuatrienio 2020-2023 -con dos años suspendidos por la pandemia- visitó el viernes al escritor y pintor Pau Faner, autor de las carotes de los tres últimos años. Las del 2023 las dibuja el arquitecto técnico Berto Mayans Hernández.