A propósito del interesante informe elaborado por Lluís Orfila el pasado miércoles relativo al pasado y al presente de los nueve entrenadores que marcaron la época dorada del baloncesto insular, es decir, los 17 años de profesionalismo del CB La Salle Mahón-Menorca Bàsquet, brotó un debate en la redacción: ¿Quién fue el mejor de todos?. ¿Fracasó alguno?.
Por encima de consideraciones particulares sustentadas en gustos o afinidades existen hechos que derivan en conclusiones irrefutables. Todos triunfaron excepto, curiosamente, el más afamado de todos ellos, Javier Imbroda, que no pudo reconducir a un equipo directo al descenso después de una gestión deportiva y económica calamitosa. Solo hubo tres destituciones, Manel Bonmatí, Curro Segura y Ricard Casas, aunque los tres coparon las mejores expectativas antes de sus ceses. El primero ascendió al equipo a EBA en 1994, el segundo lo llevó a la ACB y el tercero lo mantuvo dos años más. Del resto, José Luis Oliete cambió la historia del club liderando su profesionalización estructural y lo ascendió a LEB Oro. Pedro Martínez hizo una campaña extraordinaria con un presupuesto ridículo para la categoría y cuatro cañas. Quino Salvo llevó al equipo a las puertas de la ACB en Granada, Paco Olmos y Chema Berrocal lo devolvieron a la cima del baloncesto nacional.
La conclusión general es que Paco Llull, José Luis Sintes, incluso Benito Reynés acertaron de pleno en la contratación de los entrenadores, la mayoría desconocidos o alejados de los focos. Todos ellos contribuyeron al esplendor creciente de la entidad mahonesa. Lástima que su paso por la Isla haya dejado tan pocas secuelas.
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