Desde Podemos, este movimiento que está agitando la escena política, se ha decidido que no se presentará a las elecciones municipales. Entre los argumentos que justifican esta decisión están que, además de ser un partido muy joven, no se cuenta con una infraestructura de control y por ello «se nos puede colar algún indeseable».
Esta reflexión es interesante en un momento complicado en el que están aflorando sucesivos casos de corrupción. Hasta el presidente del Gobierno se ha visto obligado a pedir disculpas y dice entender la «indignación y el hartazgo» de los españoles.
Pero este acto de contrición de Mariano Rajoy no es suficiente como tampoco las afirmaciones de los diferentes líderes políticos nacionales, autonómicos y locales. No basta con decir aquello de: «Lo siento. Me equivocado, no volverá a ocurrir».
Vaya por delante que no todos los que se dedican a la actividad política son «unos chorizos». Pero la mancha se ha extendido tanto que se ve más lo negro que lo blanco.
Si realmente se quiere regenerar y reinventar los partidos tradicionales ahora es el momento. Los pasos que se están dando de cara a la confección de las listas que concurrirán a las elecciones de 2015 han de establecer un escrupuloso filtro para evitar que los listos de turno se cuelen entre los elegidos. Esto es responsabilidad de las directivas, porque al final la ira se dirigirá tanto al medrador como a quien le ha puesto.
Siempre he admirado a las personas honestas y con principios que se ilusionan con un proyecto y aceptan -aunque sea de relleno- respaldar unas siglas. Pero cada vez es más difícil que esta gente de buena fe dé un paso adelante visto como está el patio.
La advertencia de Podemos tendría que ser de obligado cumplimiento. Que no se cuelen los indeseables.
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