Su imagen restaurada es fruto de una nueva colaboración entre La Fundación José Maria de Olives y de Ponsich, Conde de Torre-Saura y la Societat Històrico Arqueològica Martí i Bella, entidad esta última que ha participado a través de los voluntarios del proyecto Grup d'Intervenció sobre Béns Etnològics de Menorca (Gibet). Una obra que ha contado al frente con la dirección de mestre paredador Gabriel Pons Pons y que ha salido adelante con la colaboración del Consell insular en la financiación.
Tal como se recoge en la memoria del proyecto, la barraca presentaba «exteriormente un estado de conservación bastante malo» y teniendo en cuenta que los derrumbes exteriores podían hacer colapsar la construcción, se decidió que la actuación era «urgente». Además, se puso en valor que se trata de un elemento muy visible desde Ciutadella y que su estado podía ofrecer una imagen negativa de la Isla, dado que la técnica de piedra en seco está considerada como patrimonio de la humanidad por la Unesco.
Así, la intervención ha consistido en levantar las estructuras afectadas y recuperar el estado primigenio de la barraca. Para lograrlo, se ha utilizado el pedregal caído de la misma construcción.
El procedimiento ha consistido en retirar el material caído de los escombros y las piedras desplazadas de los alrededores más cercanos y, una vez saneados, se han reconstruido de nuevo con la técnica de la piedra en seco cada una de las estructuras derrumbadas. Durante el proceso de limpieza en la fachada sur, se ha podido recuperar una parte importante del monolito que remataba la cima de la barraca.
El apunte
Los expertos sitúan en 1794 el año de construcción del bien etnológico
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