La razón de este acontecimiento anual es la órbita del cometa Swift-Tuttlem, que al acercarse este mes al Sol se calienta y emite chorros de gas y pequeñas partículas sólidas llamadas meteoroides. Cuando estos minúsculos elementos, la mayoría del tamaño de un grano de arena, chocan contra la atmósfera de nuestro planeta a 29 km por segundo, aumentan de temperatura, se desintegran y emiten un haz de luz, una estrella fugaz. El resultado de este fenómeno, las conocidas popularmente como Lágrimas de San Lorenzo, será este año cinco veces mayor al usual, con quinientos meteoros atravesando el cielo cada hora.
Las calas vírgenes como Pregonda o las de Cavalleria serán puntos clave para no perderse ni una estrella fugaz al estar alejadas de las áreas pobladas, más iluminadas. Y si en el lugar escogido para observar la caída de los meteoroides no se percibe la Luna, mejor, porque al encontrarse en fase creciente puede dificultar la visión de los minúsculos puntos que atraviesan la atmósfera.
De todas formas, los expertos recuerdan que lo más importante para disfrutar de las vistas es, sencillamente, tumbarse en una cómoda hamaca, elevar la vista al cielo y dejarse envolver por el celestial espectáculo.
Tiempo de astronomía
El buen clima y el cielo despejado favorecen que agosto sea considerado el mejor mes para contemplar las maravillas astrales. Aparte de las Perseidas, los aficionados a la observación deberán apuntarse dos noches más en su calendario, la del 18 de agosto, en la que se podrá ver la única Luna llena del mes, y la de día 27, fecha en que se prevé la conjunción de Venus y Júpiter. Quien quiera verlo deberá estar atento al reloj: los planetas se superpondrán entre las 20 y las 21 h. Brillarán de forma que no serán necesarios telescopios ni prismáticos para identificarlos en el cielo del crepúsculo.
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