La avioneta, que no podrá ser recuperada debido al siniestro, es propiedad del Aeroclub.

TW
4

«Nos hemos estrellado a 50 metros de la pista del Aeroclub, pero creo que estamos bien». Ese fue el mensaje que envió Fernando Caballero el viernes por la tarde a la torre de la oficina de Planes de Vuelo del Aeropuerto de Menorca, instantes después de que la avioneta que él pilotaba se cayera sobre unos matorrales en plena maniobra de aterrizaje después de un vuelo de recreo alrededor de la Isla. Ese paseo, con despegue en el Aeropuerto, ya estaba programado para el miércoles, pero finalmente se pospuso dos días por las condiciones meteorológicas.

Ese 3 de mayo de 2024, sobre las 20 horas, quedará marcado para siempre como una de las fechas trascendentes en la vida de tres personas que, posiblemente, volvieron a nacer al salir con vida de un accidente en avioneta. Ferrando Caballero, abogado de Maó, de 60 años, Joan Torres, empresario, de 71, y una amiga del primero, de 43, solo sufrieron magulladuras, salvo el propio piloto que ha precisado 14 puntos de sutura en la frente y tiene un ojo contusionado debido al impacto violento de su cabeza con el cuadro de mandos.

«Fue un error humano mío, así de simple, iba demasiado lento y la avioneta cayó por falta de velocidad», relataba ayer a este diario. Los parámetros eran correctos, la meteorología, el estado de la avioneta Pipper PA 28 180, propiedad del Aeroclub, así como permisos y licencias, todo se ajustaba a la normativa vigente, «la única responsabilidad fue mía», admite Caballero.

Noticias relacionadas

Fue, como ha declarado a las fuerzas policiales, «un error de apreciación en una actuación rutinaria». Precisa que «iba demasiado lento viendo que llegábamos a la pista a unos 50 metros, cuando tenía que haber dado algo más de motor todavía». Sin embargo, al no hacerlo, por el peso de la avioneta por delante, esta cayó de arriba abajo, «porque cuando pierde la sostenibilidad por falta de velocidad, se cae en vertical».

Fueron apenas dos segundos en los que transcurrió todo por lo que no hubo tiempo de entrar en pánico, recuerda el piloto, «tampoco mis amigos lo tuvieron porque fue muy rápido todo, y nadie dijo nada».

Una vez entre matorrales tras la caída, ya sin radio en la avioneta por el siniestro, él y la mujer amiga que le acompañaba pudieron salir por su propio pie, pero el otro ocupante precisó asistencia de los servicios de emergencia debido a su menor movilidad. «Tras llamar a la torre, nos indicaron que nos quedáramos allí y esperáramos», y en pocos minutos llegaron bomberos, Guardia Civil, Policía Local y 061.

El apunte

«¿Volver a pilotar?», me lo tengo que replantear»

Es muy posible que Fernando Caballero, aún con las huellas visibles en su rostro por las consecuencias del accidente, no vuelva a ponerse a los mandos de una avioneta a partir de ahora. «Me lo tengo que replantear, es un deporte, una afición para mi y no sé si compensa después de lo sucedido, como le pasaría a alguien que juega al fútbol por hobby y sufre una lesión grave», reflexionaba ayer a preguntas de este diario. Con 20 años de experiencia como piloto desde que obtuvo la titulación necesaria, este abogado de Maó, nunca ha dejado de volar por lo que siempre ha mantenido vigente la licencia que se renueva cada dos años con el correspondiente chequeo médico. «No es que le haya cogido miedo o pánico pero tengo que hacer una reflexión», concluye.