Las cabras silvestres han vuelto a aparecer en el último año en la zona de Cavalleria, al norte de Es Mercadal. | Javier Coll

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La aparición de cabras silvestres heridas o muertas por arma de fuego en la últimas semanas ha hecho saltar las alarmas tanto de la Policía Local de Es Mercadal como de los vecinos de Cala Tirant, concretamente de los residentes en la urbanización Las Sabinas, que ven con preocupación como uno de sus vecinos habría decidido tomar medidas drásticas y por su cuenta para acabar con la proliferación de estos animales.

Albert Navarro, residente de la zona, encontró la semana pasada una cabra herida de muerte, agonizando tras haber recibido un disparo en el cuello. Fue mientras paseaba por el Camí de Cavalls y, junto a otras personas, advirtieron a la Policía Local de Es Mercadal, que se personó en el lugar de los hechos. El animal, al cabo de unos minutos, falleció.

Este es el último episodio. Unos días antes, algunos vecinos escucharon disparos y decidieron salir a ver qué sucedía. En aquella ocasión resultó herido en la pata un cabrito, que finalmente sobrevivió.
Los habitantes de la zona han advertido al presunto autor de los disparos de que esta no es la manera correcta de abordar el problema y que se trata de «una práctica denunciable». Sin embargo, antes de tomar medidas legales prefieren mediar y encontrar una solución dialogada. Para ello también cuentan con el apoyo de la Policía Local, partidaria de no crispar la situación con acciones legales.

El Seprona, por su parte, ya conoce los hechos y ha abierto una investigación para determinar lo sucedido e identificar al supuesto autor de los disparos.

«Estaría bien sensibilizar contra esta barbaridad», sostiene Albert Navarro, quien no esconde cierto temor porque «se permitiera la caza de estos animales para controlar la población».

La presencia de cabras silvestres en zonas urbanizadas no es una novedad. Como tampoco lo son las molestias que generan, puesto que se comen las plantas, dañan los jardines y defecan allí por donde pasan.

Precisamente, a raíz de algunas quejas vecinales, el Ayuntamiento de Es Mercadal instaló unas trampas que permiten capturar las cabras vivas, sin causarles lesiones. Posteriormente, se ceden a agricultores que elaboran queso de cabra. Eso sí, son los propios payeses quienes deben hacerles las pertinentes revisiones sanitarias y ponerles el chip para que sean identificadas.