La isla comercial de Son Bou, junto a la entrada a la urbanización, con todos sus locales cerrados durante el invierno.  | Gemma Andreu

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La tranquilidad ante todo y a cualquier precio es el beneficio indiscutible que priorizan quienes han elegido fijar su residencia permanente en núcleos turísticos manteniéndose fuera de los pueblos y ciudades de la Isla. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística que corresponden a finales de 2023 las urbanizaciones de Menorca reúnen al 17,8 por ciento de los empadronados, unas 10.000 personas, aunque no todas residan junto al mar, sino que parte de ellas viven fuera de la Isla pero mantienen el padrón en sus segundas casas para beneficiarse del descuento de residentes, principalmente.

Son Cala en Porter, con 1.140 empadronados, y Cales Piques, con 1.024, las urbanizaciones con más empadronados de Menorca, seguidos a poca distancia por Cala Blanca (903), superando incluso al núcleo urbano de Fornells (762). En la pequeña Cala Sant Esteve, en Es Castell, se hallaban registradas 59 personas, según los últimos datos estadísticos.

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Junto a las de Cales Piques, hay empadronadas en Cala en Blanes algo más de 1.000 personas aunque no todas ellas sean residentes. | Josep Bagur Gomila

El número ha podido verse incrementada en los últimos años por la pasada pandemia para huir de las aglomeraciones y, no tanto por elección voluntaria, sino por la conveniencia para dar con un apartamento turístico a mitad de precio en invierno en relación a cualquier alojamiento en el pueblo o la ciudad por el alza de precios, aunque los contratos puedan tener caducidad o suspensión de mayo a octubre.

Falta de transporte público, de comercios, bares, iluminación insuficiente o una atención    menor al mantenimiento de la vía pública componen, en esencia, la falta de servicios de quienes viven en las urbanizaciones.  Pero esos inconvenientes no les alejan de su elección. Basta una buena organización para aprovechar los desplazamientos al núcleo urbano y abastecerse de todo lo necesario, si bien es cierto, que con menores de edad en casa los desplazamientos sí son inevitables.

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Como en otros núcleos turísticos, una parte de la población está empadronada aunque viva fuera de la Isla por los descuentos. | Josep Bagur Gomila

Tranquilidad y ambiente, un binomio posible

En todos los casos consultados por este diario, la tranquilidad les es suficiente a quienes han elegido este tipo de residencias. Dolores Hermida, presidenta de la Asociación de Vecinos de Cala en Porter, la urbanización con más censados de la Isla (1.140), pone como ejemplo que «hace 8 años vendimos la casa y pudimos irnos a otro lugar pero toda la familia quisimos seguir aquí y compramos otra porque vivimos bien, con tranquilidad en invierno y con ambiente en verano». Esos privilegios compensan «la falta de mantenimiento en las calles, algunas tienen muy poca luz y debería haber más transporte público y más presencia policial porque no nos sentimos seguros del todo y sí un poco abandonados», lamenta, recordando que entre la colonia inglesa habitual de la urbanización alaiorense hay gente mayor que precisa más atención.

«Estoy a un paso de Alaior, disfruto cada día de unas increíbles puestas de sol, me siento muy a gusto», explica Margarita Llopis, residente en un chalé de Son Bou, a quien la falta de transporte público tampoco afecta. Solo le molesta la creciente colonia de gatos que invaden su propiedad sin que el Ayuntamiento intervenga. Hay un restaurante abierto todo el año y hasta hace un tiempo funcionaba una panadería, «pero ir al pueblo son 5 minutos, no es un problema para los que vivimos aquí», según el censo, poco más de 200 personas.

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Parada inactiva de bus en Son Bou. | Gemma Andreu

Reyes Portella reside en S’Algar,  con 480 empadronados, y está al frente de la asociación de vecinos. «No encuentro ningún inconveniente», afirma. Ni siquiera en verano «porque esto no es Cala en Bosc, ni Cala Galdana, aquí no hay ningún jaleo, además a partir de Semana Santa ya hay transporte público y tenemos un súper que abre aunque no todos los días». Eso sí, advierte que «cada vez hay más gente viviendo aquí, pero yo nunca me he planteado irme al pueblo».

Gràcia Mus, presidenta de la comunidad de propietarios de Binibèquer, es de una opinión similar. «Algunos lo eligen por necesidad pero es una forma de  tener paz, disfrutar del mar y la puesta de sol cada día y no tener vecinos cerca, salvo en verano por el poblado de pescadores, pero lo tenemos asumido». La ausencia de los servicios de un núcleo urbano está compensada, «al fin y al cabo en la isla no hay transporte público durante el invierno por lo que el coche es imprescindible». Hay que gastar más en mantenimiento de la vivienda por el salitre e internet «falla en zonas oscuras con poca cobertura, pero después de más de 30 años aquí, no lo cambiaría por irme a Sant Lluís o Maó, la paz y tranquilidad no tienen precio».

MENORCA - El PP rechaza la idea de crear una junta municipal en Cala en Porter.La propuesta fue presentada por el PSOE en el ú
Cala en Porter, la más numerosa, con colonia británica y española. | Archivo

En Cala en Blanes, una de las urbanizaciones más pobladas en verano, los residentes todo el año disfrutan de la calma que se altera en la temporada estival. Y llegados al otoño «pocas cosas o nada echamos a faltar, esto es una tranquilidad total», describe Andreza Pereira, que lleva cuatro años como vecina de este núcleo turístico. Admite que «prácticamente no hay  ningún comercio abierto, salvo un supermercado a la entrada, una farmacia, y este año abre un estanco, pero estamos cerca de Ciutadella». Niega que haya problemas de seguridad y se muestra satisfecha por el cuidado que hace el Ayuntamiento de la vía pública. «Nos gustaría que hubiera más frecuencias en el transporte público, pero nos apañamos entre los adultos para llevar y traer a los niños, lo asumimos». 

El apunte

Cala en Porter, un pequeño pueblo con actividades periódicas

Pese a las quejas, Cala en Porter, la urbanización con más empadronados se asemeja a un pequeño publico. La Escuela de Adultos ofrece clases de español y pilates, dos días a la semana el Ayuntamiento abre una oficina de atención, lo mismo que Hidrobal, y hay un médico y enfermera los viernes, «que es poco, pero se trata de una lucha constante», explica la presidenta de los vecinos.