El doctor Andreu Estela durante una sesión, en Dalt Sant Joan, del taller para ayudar a las embarazadas a dejar de fumar. | Katerina Pu

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«El grupo ayuda mucho, es bueno ver que hay más gente en tu misma situación, antes había intentado dejarlo sin éxito y ahora estoy en dos o tres cigarros al día, lo llevo bien pero a veces me entra ansiedad, por eso vengo al taller». Este es uno de los testimonios anónimos, debido al estigma social hacia las gestantes que fuman, ofrecido por una de las participantes en el primer taller grupal que ofrece el Área de Salud de Menorca a embarazadas que quieren superar su adicción a la nicotina.

Las mujeres se sienten juzgadas por fumar durante el embarazo, aunque todas las entrevistadas encendieron su primer cigarrillo muy jóvenes, alrededor de los 15 años, y de media llevan entre 20 y 25 años consumiendo tabaco.

«Llegan ya con la adicción y tienen sentimiento de culpa, aquí lo primero que se les dice es que deben dejar de fumar por ellas, como personas, para ser libres, y que el feto tendrá mejores condiciones, eso ya les quita mucha presión de encima», explica el doctor Andreu Estela, médico de familia del centro de salud Dalt Sant Joan de Maó, volcado en combatir el tabaquismo y que conduce, a modo de prueba piloto, este taller que consta de seis sesiones, entre el pasado día 9 y el 13 de febrero.

Seis participantes

Todas las participantes, seis en estos momentos, quieren que su adiós al tabaco sea definitivo; algunas lo han intentado antes y no han sido capaces de dejar el hábito. «Yo he hecho varios intentos, una vez estuve once meses sin fumar», explica otra de las mujeres, «mi motivación es el embarazo, claro, pero también por mi otra hija pequeña y por mí misma», explica. Ha logrado bajar a una media de cinco cigarrillos diarios, mientras que durante su primer embarazo no pudo dejar de fumar.

El objetivo es terminar con su adicción pero de manera definitiva, no solo durante el embarazo, para que las madres ganen en salud pero también sus hijos, para que no tengan como modelo en casa el tabaquismo y lo normalicen. Sin embargo, en esto las mujeres son juzgadas con mayor dureza que los hombres, futuros padres. «Hay bastante hipocresía», opina el doctor Estela, «no se juzga igual a una mujer que a un hombre, y en lo que se refiere a los niños, ambos son modelos de vida».

¿Se sienten ellas realmente señaladas por fumar durante su gestación? Todas afirman que sí. «No sé si es que la gente te mira o es que tú ya piensas que lo hace, pero eso se añade a la culpa y sí, existe esa presión», apunta una de las mujeres inscritas en el taller. Otra compañera lo corrobora, «yo no fumo en público, no estoy orgullosa de hacerlo estando embarazada, me escondo bastante, ni siquiera lo saben algunos conocidos», explica. No es fácil manejar esa presión de modo que en algunos casos conduce al consumo oculto.

El doctor Estela, que en su consulta de Primaria calcula que recibe entre 10 y 12 personas a la semana que quieren dejar de fumar, explica que en el taller se usan técnicas conductuales, no hay sustitutivos de la nicotina (parches, chicles, inhaladores..) ya que se vela por la salud del feto.

«No usamos medicamentos, lo primero es que entiendan lo que les pasa y después, deben aprender a controlar los estímulos que les invitan a fumar, se trata de una reducción paulatina del número de cigarrillos, identificar esos momentos e ir retrasándolos, controlar las ganas, ignorar las señales del cerebro que produce la abstinencia y aguantar, es relativamente fácil con la técnica adecuada». Si no lo haces, añade, es porque todavía no lo has decidido.

El apunte

‘Más vale fumar un cigarrillo que pasar ansiedad’, un mito y una frase «tóxica»

El doctor Andreu Estela considera que esa creencia de que es mejor fumar que estar ansiosa por la abstinencia, que se le lleva diciendo durante años a las embarazadas fumadoras, es «tóxica», además de no ser cierta. Un mito que hay que derrumbar desde las consultas desde el primer momento, cuando una mujer con el hábito llega hasta su médico de Primaria o su comadrona porque está esperando un hijo. «Lo que hay que hacer es darles información para dejar de fumar, decirles que desde su centro de salud se les puede ayudar, bien de manera individual o grupal», afirma.

Este taller nació porque se detectó un grupo suficiente de mujeres gestantes en la misma situación, con ganas de dejar de fumar pero que no lo lograban. La experiencia podría repetirse.