La entrada al sistema eléctrico insular del nuevo parque de Son Salomó propicia el primer gran salto en la generación con fuentes renovables. | Josep Bagur Gomila

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El 2024 quedará marcado en los anales de la transición energética insular como el año del primer gran salto real en la producción de energía renovables, también como el año en que se evidenció la insuficiencia de la red de transporte para dar salida a toda esa generación y en el que, en definitiva, se puso de manifiesto la descoordinación de una revolución imparable que ha acelerado sin tener muy claro hacia dónde va. Menorca ha llamado la atención de multitud de promotores renovables que ahora, llegado el momento de cosechar, se dan cuenta de que la Isla todavía no está preparada para dejar a todos contentos. Viendo lo que está por venir, se augura un atasco monumental.

Después de años en los despachos, la transición ha aterrizado. La puesta en marcha a finales del año pasado del nuevo parque solar de Son Salomó se ha empezado a notar con fuerza en este ejercicio. El sector de las renovables –ya hay seis parques en funcionamiento con una potencia de casi 57 megavatios– ha pasado en pocos meses de satisfacer el tres por ciento de la demanda insular a aportar más del 20 por ciento. El porcentaje ya podría ser muy superior, si no se hubiera aplazado en varias ocasiones la construcción de un segundo cable submarino con Mallorca, ahora postergado más allá del año 2026.

Causas del atasco

El atasco de las renovables lo es en múltiples sentidos. Primero, porque se ha agotado la capacidad de las subestaciones para absorber más iniciativas renovables de calado de las ya autorizadas, obligando a renunciar incluso a promotores que ya tenían subvenciones públicas preconcedidas.

Segundo, porque cuando apenas se ha puesto en funcionamiento un tercio de la potencia autorizada en parques solares, Red Eléctrica ya ha tenido que ordenar este año a los productores que limiten su generación, un golpe a sus expectativas de negocio y un mal mensaje para la financiación de los que vienen detrás.

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Tercero, porque se ha retrasado la ampliación de las subestaciones para poder conectar parques ya construidos, en construcción o a punto de empezar las obras, una situación que ejemplifica como ningún otro el caso del parque Agrisolar, que este año ha cumplido casi dos desde que terminó su construcción y todavía no ha podido empezar a verter sus 20 MW de potencia a la red.

Las obras de ampliación de las subestaciones de Es Mercadal y Sa Dragonera (Maó) arrancaron en noviembre y no se espera que estén listas hasta que empiece el verano de 2025.

Y cuarto, por lo que está por llegar, un volumen de potencia instalada que puede que haga pequeño ya el segundo cable y las baterías que gestionará Red Eléctrica, que permitirán más que doblar la potencia a la que se opera el enlace actual a la espera de la doble conexión. ¿Se han dado demasiadas autorizaciones en esta primera fase de la transición energética? La pregunta es procedente.

Menorca Renovables II

Hay que tener en cuenta que en el mes de mayo arrancó la construcción del mayor parque solar autorizado en Balears, el Menorca Renovables II, con una potencia de 60 MW, más que Son Salomó. El mismo promotor va dando los pasos administrativos para abrir otro parque de 30 MW en Es Mercadal. Ya están en marcha 57 MW y sumando grandes y pequeños proyectos de generación renovable que ya tienen el visto bueno vienen otros 110 MW. Multitud de parques solares en una isla en la que la punta de la demanda estival apenas supera los 130 MW y que alcanzan su pleno rendimiento a las mismas horas y en los mismas días (soleados).

El conflicto está servido, más si se tiene en cuenta que apenas han empezado a caminar la tramitación de los contados proyectos para instalar baterías de almacenamiento –las de Red Eléctrica no tienen esa función– y que todavía es imprescindible para mantener la seguridad del suministro ante posibles fallos en el cable o caídas de producción repentinas en los parques solares que la central de Maó –de la que cierra el año sin que se sepan sus planes de transformación– tenga una potencia mínima funcionando. En medio de este panorama asoman la cabeza los megaproyectos para instalar molinos flotantes frente a la costa. Renovables, antes tan poco y ahora tanto.

El apunte

Dos proyectos de molinos flotantes frente a la costa

La apuesta del Ministerio para la Transición Ecológica por el desarrollo de la energía eólica marina en aguas de Menorca ha despertado el interés del sector de las renovables. Las dos únicas zonas de aptitud que se han autorizado en Balears se ubican frente a la costa de la Isla y el Gobierno ya tiene sobre la mesa los llamados documentos iniciales de dos proyectos para instalar parques flotantes, uno promovido por la francesa Qiar y otro por la madrileña Energías Renovables WTF.

Los molinos –alrededor de diez y con una potencia de hasta 200 MW– se dibujan inicialmente en la misma zona, a menos de cinco kilómetros de la costa noreste de la Isla. Sin embargo, la promotora nacional se muestra dispuesta a alejarlos a casi 11 kilómetros de la costa y a la altura de la bocana del puerto, desmarcándose así en una batalla por ganarse la aquiescencia de las administraciones locales y superar las reticencias por el impacto paisajístico. El horizonte se va más allá de 2030 y los promotores piden garantías para poder saltarse el atasco para evacuar energía que se prevé en los próximos años incluso con el segundo cable.