La de Maó es una de las centrales térmicas que están en funcionamiento en el Archipiélago. | Gemma Andreu

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El conjunto de actuaciones en la red de transporte eléctrico que están previstas en la planificación 2021-2026 ­–los sistemas de baterías en Menorca y Eivissa, el segundo enlace entre Mallorca y la Península y la instalación de un compensador síncrono en la subestación de Santa Ponça (Mallorca)– se va a traducir en una reducción drástica de las necesidades de generación de las centrales térmicas y en consecuencia un importante ahorro de emisiones contaminantes y de gastos en combustibles fósiles para el sistema eléctrico.

La puesta en marcha de las baterías ubicadas en los extremos del sistema balear (50 megavatios en Es Mercadal y 90 MW en Sant Antoni, Eivissa) van a permitir aumenta considerablemente la capacidad de intercambio de energía entre islas y entre Mallorca y la Península. En el caso de Menorca, se estima que el enlace actual, que por motivos de seguridad se opera a entre 30 y 35 MW, pase a tener una capacidad operativa de entre 80 y 85 MW sin la necesidad de que se haya construido el segundo enlace submarino.

Solo el sistema de baterías de Es Mercadal, que está previsto que entre en funcionamiento a finales de 2025, ya supondrá una reducción importante de la dependencia de la central de Maó. No solo porque llegará más energía desde Mallorca, sino porque la infraestructura de almacenamiento servirá para aportar en milisegundos energía durante 45 minutos para suplir una eventual caída de enlace submarino y evitar un apagón. Eso es lo que permite que el operador del sistema, Red Eléctrica, pueda ordenar un aumento de la capacidad de transporte del cable en condiciones de seguridad.

Pero la planificación está pensada para dar robustez al conjunto del sistema balear y aumentar también la capacidad de intercambio de energía con la Península. En ese sentido, hay que tener en cuenta que está en tramitación la construcción de un segundo enlace submarino entre Mallorca y el sistema eléctrico peninsular. En este caso ocurre lo mismo. La existencia de baterías integradas en la red de transporte permitirá sacarle más partido a los cables, que tendrán una capacidad conjunta de 740 MW. Ello se traduce en un dato. Está previsto que cuando todas esas infraestructuras estén en funcionamiento –y sin el segundo cable entre Menorca y Mallorca­– el 63 por ciento de la demanda eléctrica balear sea cubierta con la energía que llega desde la Península, donde la penetración de renovables es mayor que en el Archipiélago. Si a ello se le suma el exponencial crecimiento de las renovables, la necesidad de todas las centrales térmicas que hay en Balears será mínima. El ahorro previsto anual    será de 203 kilotoneladas de CO2, el equivalente a más de un mes de funcionamiento de la central de Maó, y de 41 millones en costes de producción.

El apunte

La propuesta que hace Endesa: cargar las baterías con las turbinas de la central

Endesa se opone a que Red Eléctrica sea quien gestione las baterías. Considera que el almacenamiento es una buena solución para aportar estabilidad al sistema eléctrico balear, pero entiende que se debería haberse abierto un procedimiento de concurrencia competitiva –que otros actores del sistema pudieran optar– para su gestión. Entre sus muchas alegaciones remitidas durante el proceso de autorización del proyecto de baterías de Red Eléctrica, la empresa llega a apuntar a «propuestas de hibridación de los grupos térmicos actuales», es decir, que las baterías se instalen en centrales térmicas y se carguen con la producción de las turbinas y motores, que en el caso de Maó se alimentan de fueloil. Defiende que la gestión de las baterías desvinculadas de la red de transporte permitirían darles más usos y resultaría más económica para el conjunto del sistema eléctrico.