Sílvia y Lídia han iniciado una campaña de recogida de fondos para costear los gastos que les supondrá el tratamiento experimental que la pequeña Ona recibirá en Dallas.Cuentan, además, con el apoyo de distintas entidades sociales y médicas.

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Este pasado mes de agosto, cuando tenía poco más de un año de edad, Ona entró a formar parte de un colectivo de personas muy reducido en todo el planeta, una desventaja atroz y cruel cuando lo que tienen en común sus integrantes es una enfermedad que puede llegar a tener consecuencias muy graves. A la pequeña, cuya madre Sílvia Martí es de Ciutadella, se le diagnosticó la enfermedad neurodegenerativa SPG50 o paraplejía espástica tipo 50. Se conocen apenas un centenar de casos en todo el mundo.Se considera, por ello, una extremadamente rara.

Tras el golpe inicial que supone una noticia de este calado, Sílvia y su pareja Lídia, que residen con Ona en Sant Vicenç dels Horts (provincia de Barcelona), se pusieron manos a la obra para buscar algún modo de combatir la SPG50. Lo encontraron, según relatan en la página web que acaban de crear (donaporona.org, también con perfil en Instagram), a través de otro caso, el de Michael Pirovolakis, y la Fundación Columbus. El padre de Michael, Terry Pirovolakis, había logrado «una terapia génica para su hijo, y la sorpresa vino cuando el propio Terry nos dijo de viva voz que Ona podía recibirla. Terry nos conectó con la Fundación Columbus y, a partir de ese instante, empezamos a ilusionarnos con la oportunidad que se abría para Ona».

Pero esta ilusión tiene un precio. La parte exclusivamente médica es compleja y muy cara, aunque el grueso principal de estos costes son asumidos por las diversas entidades sociales y médicas que participan del proyecto. No obstante, para los gastos de logística (desplazamiento a la ciudad estadounidense de Dallas donde se realiza, una estancia inicial de cuatro meses, visitas periódicas de seguimiento...) Sílvia y Lídia estiman que necesitan recaudar unos 200.000 euros, para lo cual acaban de poner en marcha una campaña de recogida de fondos a través de las redes sociales.

La historia

Ona nació en julio de 2023. Sílvia había tenido ya una mala experiencia con otro embarazo (su hijo murió a los tres días del parto), por lo que Ona fue objeto en todo momento, incluso antes de nacer, de un control médico importante. Pese a todo, nació prematura, a las 33 semanas de gestación, motivo por el cual estuvo casi dos meses ingresada. Desde pronto comprobaron que su cabeza no crecía al ritmo que correspondía, pero todas las pruebas salían bien y no había, en apariencia, motivos para preocuparse de más por esta microcefalia que, como luego sabrían, es uno de los efectos de la SPG50.

En mayo, Ona sufrió unas convulsiones por fiebre, lo que derivó en que se avanzaran unas pruebas genéticas que estaban previstas para más adelante. En agosto, cuando Sílvia, Lídia y Ona disfrutaban de unas vacaciones en Menorca, recibieron una llamada de los médicos:ya tenían los resultados. Era SPG50. «No sabíamos de qué nos estaban hablando, nos comentaron que era algo que no tenía cura», relata Sílvia al teléfono.

A sus 17 meses, Ona recibirá un tratamiento experimental para afrontar una enfermedad neurodegenerativa muy rara.

La temprana edad de los casos conocidos en el mundo, les dijeron, aportaba poca información sobre la evolución de la paraplejía espástica más allá de potenciales problemas severos en cuestiones vitales como el habla, andar en el caso de que pueda llegar a hacerlo o el crecimiento, además de la posibilidad de episodios epilépticos. En cualquier caso, la merma en la calidad de vida es muy importante. «Es una enfermedad neurodegenerativa y nos dijeron que Ona nunca llegaría a ser autónoma. No nos lo podíamos creer», comenta Sílvia. Solo les pusieron entonces sobre la mesa la opción de trabajar con fisioterapeutas o logopedas, entre otros especialistas, terapias para demorar o hacer frente a estos efectos de la SPG50.

Ensayos en Texas

Sílvia y Lídia no se resignaron a esta posibilidad. De inmediato, impactadas y en un mar de desconocimiento ante lo que le esperaba a su hija, se pusieron a buscar información sobre la pesadilla que les había caído encima. A través de internet conocieron los ensayos, novedosos, que se estaban realizando, entre otros, en la UT Southwestern Medical Center de la Universidad de Texas, en Dallas,y la labor que desarrolla la Fundación Columbus. Lo pusieron en conocimiento de sus médicos e iniciaron los contactos.

En breve recibieron una respuesta positiva. «Nos dijeron que Ona sería la persona más joven en participar en este ensayo, y la primera niña, lo que puede permitir comprobar mejor los efectos del tratamiento en un paciente de SPG50», explica Sílvia. Un beneficio para todos.

Tanto es así, que la intención de la familia de la pequeña Ona es partir a comienzos de 2025 hacia Dallas. De momento, esto será posible con los recursos económicos de que disponen en la actualidad y las ayudas de las diversas entidades implicadas dentro del ámbito médico, pero el proceso es largo (en los dos primeros años están previstas visitas anuales cada seis meses a Dallas), y será necesario el apoyo de la gente que quiera contribuir a la recuperación de la pequeña Ona. Se acaban de habilitar cuentas para aportaciones directas pero esperan organizar actividades de sensibilización y recogida de fondos, tanto en Catalunya como en Menorca, en las próximas fechas.

El apunte

Un gen introducido en el cerebro para mejorar la calidad de vida

Según la Fundación Columbus, a mediados de 2024 solo había diagnosticados tres casos de paraplejía espástica 50 (SPG50) en España. En su página web relata cómo los tratamientos experimentales «ya han demostrado resultados prometedores en un primer paso en Estados Unidos». Consisten en «proporcionar a los pacientes la proteína que les falta mediante la introducción de un gen específico en el cerebro a través de un vector viral». Este tratamiento debe permitir a Ona mejorar su calidad de vida, y con el conocimiento que se obtenga, mejorar la calidad de vida de todas aquellas personas que de ahora en adelante sean diagonisticas con la misma enfermedad.

En el perfil de Instagram Donaporona (donde aparece la información para realizar las donaciones) sus madres describen a Ona como «una pequeña exploradora llena de vida». Ahora, esta exploradora tiene la oportunidad de que este espíritu aventurero contribuya a optimizar su salud y su calidad de vida, junto a la salud y la calidad de vida de otras personas.